El Servicio de Mesa

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la cuchara y el tenedor [invento propio de este momento] individuales ..... sobredorada, esmaltados los cabos”28, “cucharas de plata y en los cabos unas ...
EL SERVICIO DE MESA

En los siglos XVI y XVII, los palacios o casas de los principales no contaban con un espacio destinado específicamente al acto de comer. “Esta diaria e importante actividad se hacía en las cocinas (junto al fogón), en la intimidad de las recámaras, o en otros espacios de la casa que eran acondicionados para funcionar como comedores, tales como patios, galerías o huertas.”1 Consiguientemente, no había mobiliario fijo destinado a este menester, por lo que se ponía la mesa con tablones y caballetes que se ajustaban según el número de comensales. De ahí el dicho “poner la mesa”. En la Nueva España, durante el segundo tercio del siglo XVIII, como consecuencia del cambio de dinastía y del influjo de la moda francesa, se da paso a la creación de espacios especializados destinados a realizar actividades específicas con mayor comodidad y sofisticación. Surge, entre otros, el comedor. Por primera vez se destinaría un área, dentro del ámbito doméstico, a la actividad de comer. Esto llevaría a la transformación de ciertos objetos y al surgimiento de otros. Anterior a este momento existía la costumbre de compartir los utensilios a la mesa. Los comensales llevaban la mano a un plato común, metían las viandas directamente en los recipientes de las especias y salsas, tomaban de una misma copa y se circulaban los cuchillos y cucharas. En Europa estos cambios se dan desde el siglo XVII, pero en la Nueva España ocurren paulatinamente. Hay ciertos indicios de ello en inventarios, ya que a partir del 1

Gustavo Curiel y Antonio Rubial. “Los espejos de lo propio: ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal”, p. 105.

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último cuarto del XVII comienzan a aparecer nuevos instrumentos de mesa como el tenedor, aún sin mucho afán individualista.2 Pero no es sino hasta la centuria siguiente cuando empiezan a proliferar, siguiendo a los cambios suscitados en los espacios domésticos. Una nueva manera de comer necesitaría de un espacio especial. Las novedosas costumbres, heredadas del mundo francés, darían paso “no sólo a una obsesión por la limpieza, sino un progreso del individualismo: efectivamente, el plato, el vaso, el cuchillo, la cuchara y el tenedor [invento propio de este momento] individuales levantan invisibles tabiques entre los comensales.”3 Esto conlleva la creación y sofisticación de utensilios destinados a esta actividad. El compartirlos estaba proscrito de las buenas y civilizadas costumbres. Cada convidado “reina solo en su plato, en su vaso, en su cuchillo, en su cuchara, en su tenedor, en su servilleta y en su pan. Todo lo que se toma de las fuentes, salseras y saleros comunes hay que cogerlo con utensilios de servicio y depositarlo en el plato, antes de tocarlo con los utensilios individuales y llevárselo a la boca.”4 Este es el momento en que se conforman los grandes servicios de mesa y se generan, paulatinamente, una serie de objetos especiales destinados a servir e ingerir alguna vianda en particular. Un refinamiento incrementado y el surgimiento de una gran

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Esta información se sustrae de los datos arrojados por los inventarios revisados de los años 1676, 1679, 1692, 1693 (3), 1695, 1695 y 1697. Vean las referencias documentales. 3 Jean-Louis Flandrin. “La distinción a través del gusto”, en Historia de la vida privada, del Renacimiento a la Ilustración. Madrid: Taurus, Grupo Santillana Ediciones, tomo 3, 1991, p. 254. 4 Jean-Louis Flandrin. “La distinción a través del gusto”, p. 254.

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variedad de nuevos tipos de objetos se observan, sobre todo, a partir del último cuarto del siglo.5 Esta tendencia, que busca ante todo la limpieza y la adecuada educación, se perpetúa en el siglo XIX. “Al igual que los comportamientos en la mesa; *…+ el buen gusto se convirtió, aún más que los buenos modales, en objeto de modas que creaban distinciones sociales y sociabilidades nuevas.”6 Los modelos de conducta abandonarían poco a poco su reflejo de corte y se estructurarían a partir de los recientes parámetros burgueses; los cuales podían consultarse en vastos manuales de comportamientos publicados a todo lo largo del siglo XIX.7

EL SERVICIO DE MESA EN EL SIGLO XVII La producción de objetos en plata sufre en el siglo XVII un impulso importante como resultado del incremento de las extracciones mineras. “El manierismo, que había hecho su aparición en los últimos años del siglo anterior, se fue consolidando en las primeras décadas del XVII. Este fenómeno artístico, de tendencias muy variadas, arraigó en Nueva España hasta llegar el último tercio del siglo y en su comportamiento estructural y decorativo sigue –en líneas generales– las pautas cortesanas imperantes en Castilla.”8 Cabe comentar que conforme al gusto de esta época se localizaron en los documentos una gran cantidad de objetos de plata sobredorados, algunos con labores de 5

Esta información se sustrae de los datos arrojados por los inventarios revisados de los años 1776, 1779, 1782, 1784, 1791, 1795 y 1795-97. Vean las referencias documentales. 6 Jean-Louis Flandrin. “La distinción a través del gusto”, p. 259. 7 Anne Martin-Fugier. “Ritos de la vida privada burguesa” en Historia de la vida privada, de la Revolución Francesa a la Primera Guerra Mundial. Madrid: Taurus, Grupo Santillana Ediciones, tomo 4, 1991, p. 199. 8 Cristina Esteras Martín. "La platería mexicana en España. Arte, devoción y triunfo social" en Artes de México, México, nº 22, 1993-1994, p. 44.

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esmaltes y con incrustaciones de piedras bezoares.9 Esto no sólo en lo que respecta al servicio de mesa, sino que se observan estas características en muchas de las tipologías encontradas en esta centuria. Lo cual no sólo se constata en los textos, sino también en los objetos que han sobrevivido hasta nuestros días. Para poder comprender el vasto universo que integra el servicio de mesa, se han dividido los distintos tipos de objetos encontrados en el siglo XVII en 6 grandes grupos, según la naturaleza de su uso. La información que se analizará a continuación está sustentada en los 20 documentos revisados de los años de 1611, dos de 1622, 1626, 1641, 1642, 1648, 1649, dos de 1665, 1671, 1676, 1679, 1692, tres de 1693, dos de 1695 y 1697, así como en inventarios complementarios que serán comentados oportunamente.10 El primer grupo es el dedicado a todos los recipientes destinados a beber encontrados en este periodo: aniseras, ayaguajes, bernegales, copas, cubiletes, jícaras, limetas, papelinas, tembladeras, vasos y vasos de unicornio. El primer tipo, la anisera, encontrado en una sola referencia en 1688 –cuyo término no aparece registrado en los diccionarios de la época y del siglo siguiente–, sugiere en su nomenclatura que posiblemente fuera utilizado para beber anís.11 Los ayaguajes, palabra de claro mexicanismo, y que se refiere a una jícara, se encuentran en la segunda mitad del siglo y no existe referencia previa.

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Para conocer la definición de este término y de otros consultar: GLOSARIO DE TÉRMINOS Y TIPOLOGÍAS (ANEXO 5). Ver CUADRO DE TIPOS DE OBJETOS DE PLATERÍA CIVIL ENCONTRADOS POR PERIODOS DE 25 AÑOS: DE 1600 A 1850 (ANEXO 1). 11 AN, “Carta de dote de Isabel Pérez”, 4 de enero 1688, notario Juan Díaz de Rivera, notaría 199, f. 4v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 10

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Quizás uno de los grupos más interesantes son los bernegales. Que aparecen en múltiples referencias a todo lo largo de la centuria y se extienden hasta la mitad de la siguiente para después desaparecer del todo. Los hay solos o con sus salvillas, de forma “avellanado”, “salvilla y bernegal”, quintados o sin ello, de plata sobredorada o dorados, “con sus salvillas, con sus piedras bezares *bezoares+ de plata dorada quintada”12, “dorado con una piedra bezoar y su plato todo de plata dorada”, “bernegal y salvilla de dicha plata quintada”, “bernegalillo y salvilla de plata dorada”, “de plata dorada y quintada”, “salvillas y bernegal de plata dorada”, “salvillas con sus bernegales de plata dorada”, “de tecali con asas y pie de filigrana de plata”, “dorado con su salva”, “salvilla con bernegal”, “de plata, dorado, con su pie amelonado”13, “bernegal acetre” y “bernegal castañero”14 (IMÁGENES 1, 2 Y 3). Estos dos últimos tipos quizá pudieron referirse a la forma específica del recipiente. En el segundo caso, se refiere a un bernegal con gallones, en la documentación española también aparecen nombrados como “de bocados”. Existe una sola mención en el primer cuarto de siglo, a una copa; se anota en el documento como “salvilla redonda labrada y dorada con una copa de plata acanalada dorada”. Por su parte, los cubiletes aparecen continuamente de 1600 a 1675 de manera general, como “cubiletes, de plata quintada” y “cubilete pequeño, de plata quintada”. Posteriormente sólo se encuentra una única referencia. Las jícaras –que en lo general

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Se tenía la creencia que las piedras bezoares podían detectar veneno. AGI, “Inventario de bienes de doña María de Sandoval”, 30 de enero 1617, Escribanía de cámara, 168, fs. 237v-239v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 14 AN, “Carta de dote de doña Nicolasa Valcárcel y Peralta a favor del alcalde del consejo don Rodrigo Valcárcel y Peralta”, 22 de septiembre 1636, notario Luis Cruzado, notaría 108, f. 112v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 13

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fueron utilizadas para beber el chocolate– aparecen una vez en el último cuarto del siglo como “jícaras grandes”. Se tienen dos entradas en que aparecen las limetas durante la primera parte del XVII. Se observan como: “limetas de plata, chicas”15 y “limetas flamenquillas”16, posteriormente este término no vuelve a encontrarse. Mientras que las papelinas sólo se hallan durante la segunda mitad de la centuria por sí solas o “con sus salvillas onduladas todo de dicha plata quintada” (IMÁGENES 4 Y 10). Las tembladeras, por su parte, están presentes a todo lo largo del siglo y de los siguientes 150 años. Es un objeto que aparece continuamente en los inventarios, quintadas o sin quintar, y hay una referencia a una “tembladera de plata de rescate” 17. Los vasos, sin anotación, los de “camino”18, “de plata quintada” y los de “unicornio engastados en plata”19, se encuentran en documentos de la segunda mitad de siglo (IMAGEN 4). El segundo grupo del servicio de mesa, también dedicado a objetos para beber, está conformado por las distintas variedades de tazas, que en comparación con la cantidad de tipologías en las siguientes centurias, van a ser en el primer cuarto del XVII mucho menores y de los siguientes tipos: “doradas y *…+ blancas”, “de plata blanca”. En la

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AGI, “Inventario de bienes de doña María de Sandoval”, 30 de enero 1617, Escribanía de cámara, 168, fs. 237v-239v. 16 AN, “Carta de dote de doña Nicolasa Valcárcel y Peralta a favor del alcalde del consejo don Rodrigo Valcárcel y Peralta”, 22 de septiembre 1636, notario Luis Cruzado, notaría 108, f. 112v. 17 Es el metal que perteneció a un minero (plata de diezmo) y que al venderlo cambia de estatus convirtiéndose en plata de rescate; esto con fines taxativos y debía pagar el quinto real. 18 Los vasos de camino, son aquellos utilizados para viaje. 19 AN, “Testamento de doña Jerónima de Rioja”, 26 de junio 1671, notario Miguel Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 70. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. El término de “unicornio” se refiere a que el vaso fue hecho con el cuerno de algún animal o un hueso fosilizado.

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segunda mitad aparecen “tazas de pie”, así como “tazas de China guarnecidas de plata dorada”20 en el último cuarto. El tercer grupo de objetos está integrado por los recipientes, de mayor tamaño, destinados para resguardar, servir y enfriar líquidos. Se trata de cantimploras, cubos de enfriar o enfriaderas, frascos para enfriar, jarros, picheles y pomos. La cantimplora, cuyas tres referencias se observan de 1675 a 1700, servía para enfriar líquidos; aunque también se puede referir a un objeto de camino o viaje utilizado para transportar alguna bebida. Se localizan como “cantimplora”, “cantimplorilla de plata”21 y “catimplora con su cabo de plata”22. Otros objetos también destinados a enfriar o conservar fría alguna bebida se encontraron entre 1650 y 1675 bajo distintos nombres como: “enfriaderas con sus cubos” y “frascos para enfriar”. Por su parte un “frasquito de vino” se observa en este mismo intervalo temporal. Mientras que las jarrillas en general, “jarillas de plata dorada”, “jarilla con su salvilla dorada”, “jarilla de asa”, “jarilla de arción con su cadena”23, jarros en general, “jarros de plata dorado con *…+ esmaltes”, “jarros de plata blanca medianos”, jarros de

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Se refiere de tazas de porcelana de la China con labores de plata. AN, “Testamento de doña Jerónima de Rioja”, 26 de junio 1671, notario Miguel Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 70. 22 AN, “Carta de dote de Josepha Gertrudis de Saravia de Rueda”, 13 de abril 1679, notarios, Juan Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 20. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 23 El arción es el arzón delantero de la silla de montar, por lo que es de suponerse que esta jarilla fuese utilizada para sujetarse a la silla. 21

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pico en general, “jarros de pico quintados”, “jarros de pico dorados” y “jarro con su tapadera”, se ubican a todo lo largo de la centuria24 (IMÁGENES 5, 6, 7, 8 Y 11). Los picheles, presentes en los 250 años que abarca esta investigación, se hallan descritos de la siguiente manera: picheles en general, “pichel de plata a manera de aguamanil mediana”, “pichelillo dorado”, “pichel quintado”, “pichel dorado antiguo”, “picheles dorados”, “pichel dorado” y “picheles con sus tapas de plata” (IMAGEN 8). Los pomos pueden ser utilizados –entre otras cosas– para contener algún licor o alguna confección olorosa. Se tiene una única referencia en el tercer cuarto de siglo. El cuarto grupo de tipologías integra los cubiertos y demás enseres para manipular las viandas: cucharas, cucharitas, cucharones, cuchillos y tenedores o trinchantes. Las cucharas y cucharitas aparecen descritas de la forma siguiente durante todo el siglo: cucharas en general, “cucharas grandes”, “cucharas medianas”, “cucharas pequeñas”, “cucharas quintadas”, “cuchara grande quintada”, “cucharas chicas”, “cucharas nuevas”, “cucharas con los cabos esmaltados”, “cucharas salomónicas”, “cucharas lisas sin quintar”, “cucharas quebradas”, “cuchara de plata naranjera”25, cucharitas en general, “cucharita para dijes”26, “cucharas de caracol engastadas en plata”27, “cucharas de plata, sobredorada, esmaltados los cabos”28, “cucharas de plata y en los cabos unas palomitas

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Ver CUADRO DE TIPOS DE OBJETOS DE PLATERÍA CIVIL ENCONTRADOS POR PERIODOS DE 25 AÑOS: DE 1600 A 1850 (ANEXO 1) para ver en qué intervalo de 25 años aparece cada objeto. 25 Se desconoce si este término se refiere a un trabajo en plata o al uso de la pieza. 26 Esta tipología puede referirse a dos objetos distintos. Por una parte puede hacer alusión a una cuchara de pequeño formato hecha para colgarse como amuleto en una faja de dijes para los niños, o bien, hace mención a los escarbaorejas que solían llevarse atados a las ropas por medio de una cadenilla. 27 AN, “Testamento de doña Jerónima de Rioja”, 26 de junio 1671, notario Miguel Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 70. 28 AN, “Carta de dote de Josepha Gertrudis de Saravia de Rueda”, 13 de abril 1679, notarios Juan Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 21.

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de lo mismo” y “cucharas *…+ entorchados”; las dos últimas referencias pertenecientes al mismo documento29 (IMÁGENES 2 Y 10). El cucharón aparece en el periodo de 1626 a 1650 y se perpetúa en el marco cronológico restante. Se le observa descrito de las siguientes maneras: “cucharón quintado”, “cucharón de plata de rescate”, “cucharón grande quintado”, “cuchara de repartir”, cucharones en general y “cucharón quintado del servicio de la casa”. Los cuchillos, que de igual manera son constantes a lo largo de los siglos, aparecen en referencias documentales por primera vez a partir de 1650 (IMÁGENES 4 Y 10). Se les menciona como cuchillos en lo general y en lo particular como “cuchillos con los cabos de plata” y “cuchillo con su cacha de carey viejo”. El tenedor, como término, surge desde el primer cuarto del siglo, pero con la singularidad de que la palabra se refiere a un trinchante y no a un objeto para uso individual (IMAGEN 10). Las referencias vuelven a aparecer a partir de la segunda mitad de la centuria hasta su final, también refiriéndose, en general, a un utensilio de uso común; aunque vale la pena destacar que empiezan a incrementarse en número. Ciertamente no se trataban de juegos de cubiertos completos, ya que el uso del tenedor de manera individualizada no se establece sino hasta el siglo siguiente, sin embargo, la cantidad va en aumento previniendo un uso más profuso en las mesas hasta devenir en un instrumento de índole totalmente personal. Los localizamos como tenedores en general, “tenedores grandes”, “tenedores pequeños” y “tenedores con sus cabos de plata”.

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AN, “Carta de dote de Bernarda Laurencia de Torres y Mediune”, 12 de mayo 1691, notario Juan Aguirre Vidaurreta, notaría 7, f. 236v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel.

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El quinto grupo está integrado por todos los platos y recipientes diseñados para contener, servir, manipular o guardar alimentos sólidos y líquidos. Su diversidad es vasta: azafate, bandeja, calderita, cazoleta, cazuela, coladera, confitera, escudilla, flamenquilla, frutero, fuente, jeringa, mecherillo, olla, parra, platillo o platoncillo, plato, platón, salserita, salva, salvilla y tapadera. Los azafates eran un tipo de canastillo, por lo que no sólo fueron utilizados a la mesa sino que se emplearon para colocar dentro de ellos distintos objetos. Se les localiza durante la segunda parte del siglo XVII y su uso se perpetúa más allá de 1700. Generalmente se les encuentra en los inventarios como azafates y azafatillos, tan sólo en dos ocasiones se observan descripciones: “azafatillo de plata quintada” y “azafate cuadrado”. La localización de las bandejas se comporta de la misma manera que los azafates, se les observa en general con el vocablo bandeja, “bandeja de diferentes tamaños ondeadas de dicha plata quintada”, “bandeja cuadrada y cercada de dicha plata quintada”, “bandejas pequeñas”, “bandejas antiguas”, “bandejas de filigrana” y “bandejita con sus guarniciones de oro” (IMÁGENES 12 Y 13). Las calderitas, cazoletas, cazuelas y ollas guardan una estrecha relación en su forma y uso. Las referencias a una “calderita” y “calderita con tapa, de plata quintada” aparecen respectivamente en el primer y tercer cuarto del siglo. Mientras que, “una cazoleta de plata, con su brasero de plata” –probablemente para mantener los alimentos

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calientes– aparece en los primeros 25 años.30 También para mantener las viandas a buena temperatura se tiene una “cazuela con su brasero” y otra “cazuela” más, ambas ubicadas de 1650 a 1700. Es probable que el mecherillo, al que se hizo referencia anteriormente, pudiera ser utilizado de igual manera para mantener un recipiente de mesa caliente y se le encuentra en el periodo de 1650 a 1675. Por su parte, la “ollita de calentar” y una “olla” se ubican en la segunda porción del siglo. Hay una única anotación de una coladera en el primer cuarto del siglo. Las confiteras aparecen como: “confiteras ondeadas de dicha plata quintada”, “confitera, de dicha plata quintada”, “confitera, de plata blanca labrada”, “confitera pequeñita”, “confitera dorada con su tapa” y confiteras en general de 1650 a 1700. Este término tan sólo vuelve a utilizarse en el primer cuarto de siglo siguiente para definitivamente desaparecer después (IMAGEN 8). Las escudillas, cuyo vocablo no resurge posteriormente, se localizan de 1600 a 1650 y de 1675 a 1700, se les describe como: escudillas en general31, “escudilla de plata de ovejas”32, “escudillas de plata quintada ordinarios” y “escudilla quintada”. Mientras que las flamenquillas “mediana” y “chicas” se ubican en el último cuarto del siglo (IMÁGENES 14 Y 15). La presencia de fuentes sucede a todo lo largo del siglo y continúa así por la centuria y media siguiente. Las hay: “de plata dorada”, “grande dorada”, “medianas 30

AGI, “Inventario de bienes de doña María de Sandoval”, 30 de enero 1617, Escribanía de cámara, 168, fs. 237v-239v. 31 AN, ““Carta de dote de Bernarda Laurencia de Torres y Mediune””, 12 de mayo 1691, notario Juan Aguirre Vidaurreta, notaría 7. Existe una referencia en la f. 237v: “Ítem, ocho pesos del valor de una escudilla de plata.” Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 32 AGI, “Inventario de bienes de doña María de Sandoval”, 30 de enero 1617, Escribanía de cámara, 168, fs. 237v-239v. Se desconoce el significado de este término.

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doradas”, “de plata cincelada y dorada con cuatro esmaltes de azul y blanco con una medalla en medio”, “de plata blanca”, “de plata blanca y llana quintada”, “cercada antigua de plata quintada”, “dorada antigua”, “plata quintada con ocho óvalos y en medio uno esmaltado de azul”, “grande”, “medianas”, “más pequeñas”, “dorada”, “dorada vieja cincelada”, “pequeña”, “antiguas”, una “fuentecilla mediana blanca” y “una “fuentecita pequeña” (IMÁGENES 6, 8, 11, 16 Y 17). En cuanto a los objetos que aparecen mencionados tan sólo una vez tenemos los siguientes casos: un “frutero de oro labrado de colores mediano” entre 1625 y 1650; una “jeringa de plata quintada” ubicada entre 1650 y 1675; “una parra”33 en el intervalo de 1625 a 1650 y unas “tapaderas de plata dorada” en el último cuarto. Los platos y sus diminutivos platillos y platoncillos se ubican a lo largo del siglo de la manera siguiente. Los platos de 1625 a 1700 se describen como: platos en general, “platos de plata quintada medianos y el uno está agujereado”, “platos pequeños quintados”, “plato grande quintado”, “plato trincheros quintados y con armas”, “platos gallineros”34, “plato de plata de rescate”, “plato ordinario”, “platos grandes y uno pollero, de plata”35 y “platos grandes”. Los platillos aparecen de 1600 a 1700. Se les encuentran descritos como: platillos en general, “platillos pequeñitos de tapar cocos de plata quintada”, “platillos ordinarios”, “platillos de plata ordinaria”. Y en su variante de trinchero se ubican de 1600 a 1650 y 1675 a 1700 y se observan como “platillos 33

AN, “Carta de dote de Jerónima de los Ángeles a favor de Francisco de Medellín”, platero de masonería, 4 de noviembre 1629, notario Esteban Bernal, notaría 59, fs. 58-61v. Documento proporcionado por del doctor Gustavo Curiel. 34 AN, “Carta de dote de doña Nicolasa Valcárcel y Peralta a favor del alcalde del consejo don Rodrigo Valcárcel y Peralta”, 22 de septiembre 1636, notario Luis Cruzado, notaría 108, f. 113. 35 AN, “Testamento de doña Jerónima de Rioja”, 26 de junio 1671, notario Miguel Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 70.

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trincheros”, “platillos pequeños trincheros quintados”, “platillos medianos quintados”. La mención a platoncillos y “platoncillos medianos nopaleros”, término ciertamente sinónimo de platillo, se ubican en la segunda fracción de la centuria (IMÁGENES 6, 8, 10 Y 15). Los platones, localizados en toda la centuria, presentan las siguientes referencias: platones “medianos y grandes”, “de plata blancos los dos un poco mayores y los tres medianos”, “medianos quintados”, “mediano de plata abollado quintado y con escudo de Armas de Luna y Arellanos”, “viejo medianito quintado con armas”, “grandes” y “medianos” (IMÁGENES 6 Y 14). Las salseritas, se encuentran mencionadas dos veces. La primera de 1600 a 1625 como “salseritas pequeñitas de plata” y después entre 1650 y 1675. Las salvas y salvillas, que por definición se refieren a un mismo tipo de objeto, se encuentran a lo largo de todo el siglo. El primer término se ubica tan sólo de 1675 a 1700 y se encuentran descritas como: “salvas”, “salvas lisas”, “salva lisa con cuatro vasos”, “salva lisa con seis vasos dorados”, “salva con sus bernegales dorados guarnecidos de piedras bezoares” y “salva dorada con sobrepuestos de filigrana de plata con piedra bezoar”. Las salvillas, por su parte, presentes de manera constante, se observan como: “de plata dorada”, “ovada dorada por ambas partes con esmaltes de blanco y azul”, “redonda labrada y dorada”, acompañando en muchas ocasiones a bernegales, “con su asa”, de “plata quintada”, “doradas”, “con sus bernegales todo dorado”, “grande”, “de filigrana”, “con un óvalo de oro de filigrana” y “con su bernegal” (IMÁGENES 2, 4, 7, 10, 18 Y 19).

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El sexto y último grupo, está integrado por las piezas destinadas para contener las especias, la sal, el vinagre y el aceite y demás aderezos utilizados para condimentar las viandas. En el segundo cuarto de la centuria se observa una única referencia a “unas aceiteras”36. En el primer cuarto de siglo se tienen dos noticias sobre un “azucarero” y un “azucarero blanco con su tapadera”, estas serán las únicas menciones en la centuria. Asimismo, se tienen dos pimenteros, pero esto sucede en los intervalos de 1600 a 1625 y 1675 a 1700. Esta tipología, como un objeto autónomo, no vuelve a aparecer en ninguna otra centuria. Las menciones de saleros son más abundantes y variadas, ocupando todo el periodo en cuestión. Hay saleros en general, “salero de plata dorada”, “saleros dorados”, “salero de tres piezas de plata blancas”, “salero de tres piezas medio dorado quintado”, “salero de tres piezas quintado”, “salero de dos piezas”, “salero de tres piezas”, “salero mendocino dorado”37, “salero de dicha plata quintada del servicio de la casa”, “saleros mendocinos de plata y medio salero de plata”38, “salero con su tapa”, “salero pequeño tapa”, “salero dorado” y “un salero mendocino con su pimentero, y seis cucharas de plata todo nuevo”39 (IMÁGENES 4, 10 Y 15).

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AN, “Carta de dote de doña Nicolasa Valcárcel y Peralta a favor del alcalde del consejo don Rodrigo Valcárcel y Peralta”, 22 de septiembre 1636, notario Luis Cruzado, notaría 108, f. 112v. 37 AN, “Carta de dote de doña Nicolasa Valcárcel y Peralta a favor del alcalde del consejo don Rodrigo Valcárcel y Peralta”, 22 de septiembre 1636, notario Luis Cruzado, notaría 108, f. 113. Se refiere a una clase de salero no identificado, utilizado en el siglo XVII. 38 AN, “Testamento de doña Jerónima de Rioja”, 26 de junio 1671, notario Miguel Leonardo de Sevilla, notaría 635, f. 70. El medio salero de plata pudiera referirse a una tipología específica. 39 AN, “Carta de dote de María de Nájera”, 11 de agosto 1676, notario Pedro Deza y Ulloa, notaría 196, f. 64v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel.

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Para concluir, se encuentran referencias a los talleres durante la segunda mitad de la centuria. Los talleres eran, en general, elaboradas y decorativas piezas, a manera de salvillas con distintos recipientes que podían contener vinagre, aceite, sal, pimienta y azúcar, y demás condimentos. Los documentos hacen mención a tres “taller*es+ de cinco piezas” y un “taller de una planta y nueve piezas” (IMAGEN 10). Es importante mencionar que muchas de las piezas que se han descrito, pudieron ser utilizadas en los mostradores (IMÁGENES 4, 6, 8, 9, 11 Y 15). Los mostradores eran estructuras piramidales hechas con tablones, cubiertos por ricas telas y que se armaban para decorar fastuosamente una habitación durante algún festejo. La construcción de estos escenarios estuvo generalmente asociada a los banquetes.40 Sobre este efímero arreglo se colocaban las mejores piezas de plata y cristal de la familia. El mostrador estuvo ligado “a la necesidad de ostentación y boato de los estamentos más privilegiados de la sociedad virreinal; en su adquisición se gastaban enormes sumas de dinero”.41 Sobre las telas se colocaban objetos de plata como: fuentes, bandejas, salvillas, platos, platones, bernegales, garrafas, jarras, confiteras, vasos y picheles. También colocaban elaboradas piezas de vidrio de importación, de Venecia y Alemania, posteriormente, de la Tierra y de La Real Fábrica de la Granja.

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Hay pintura virreinal en que se representan estos mostradores durante otras celebraciones importantes, junto a las mesas y también en los bautisterios. Ver como ejemplo: Gustavo Curiel y Antonio Rubial. “Los espejos de lo propio: ritos públicos y usos privados en la pintura virreinal”, p. 136. 41 Gustavo Curiel en “Ajuares domésticos. Los rituales de lo cotidiano” en Historia de la vida cotidiana en México, La ciudad barroca., p. 94.

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EL SERVICIO DE MESA EN EL SIGLO XVIII Las tipologías en plata encontradas durante el siglo XVIII son muy variadas, quizá las más ricas, en comparación con las encontradas en el siglo anterior. A partir de su análisis se observa cómo el gusto se va transformando, alejándose poco a poco de los modelos manieristas, de las piezas completamente doradas, de los esmaltes y de las guarniciones con cuernos y piedras bezoares. Paulatinamente, se acerca a los nuevos tipos de objetos generados a partir de las estructuras del barroco y de la introducción de la moda y protocolos franceses. La introducción de estos nuevos parámetros del gusto empieza a ser visible hacia el primer cuarto del siglo.42 “Con la llegada del XVIII la cultura barroca alcanza su madurez. Caracterizándose la platería por la implantación de un mayor naturalismo y la movilidad de los perfiles, recargando la ornamentación y complicando las estructuras de las piezas con astil. En los primeros veinticinco años se consolida definitivamente esta corriente y con ella el ornato se hará denso y voluptuoso y las composiciones no perderán nunca la simetría. *…+ Conforme avance la centuria se producirán cambios que afectarán básicamente al lenguaje decorativo, modificando sustancialmente con la llegada del rococó.”43 Con respecto al servicio de la mesa –y de las demás tipologías en general– se puede afirmar que ocurre, hacia el último cuarto del siglo, la aparición de nuevas tipologías así como la proliferación de otras ya conocidas. Esta información puede ser 42

Esta información se sustrae de los datos arrojados por los inventarios revisados de los años 1700, 1707, 1709 (2), 1713 y 1717. Vean las referencias documentales. 43 Cristina Esteras Martín. "La platería mexicana en España. Arte, devoción y triunfo social" en Artes de México, pp. 46-47.

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constatada en los inventarios seleccionados en este periodo. Entre algunos ejemplos que merecen la pena apuntar están: las bombillas, las diversas botellas, las cafeteras y los enseres que acompañaban a esta bebida tal como cucharitas para el café, las conserveras, los grandes juegos de cubertería, las salseras, las soperas y las tarinas, por mencionar algunos ejemplos.44 El siglo XVIII es testigo de otro cambio, generado a partir del establecimiento de la Academia de San Carlos en 1785. Se refiere a la introducción de las formas neoclásicas que vendrán a desplazar al movimiento barroco. “Aunque el rococó prolonga su vida hasta los años finales del XVIII debido a la enorme fuerza de la tradición barroca en América. Esta tendencia tuvo que ir paulatinamente cediéndole terreno a la corriente neoclásica. Que en el caso de México surgirá a raíz de la fundación de la Academia *…+. Para imponerse definitivamente en 1791 bajo la dirección del valenciano Manuel Tolsá.”45 Lo anterior, como es de suponerse, afecta las formas y ornamentación adoptadas por los objetos de uso cotidiano. Esto es visible al revisar los muchos objetos –en comparación a otros siglos– que subsisten de este periodo y que utilizan los nuevos modelos estéticos. Para poder entender el extenso universo que integra el servicio de mesa, se han dividido las tipologías encontradas en el siglo XVIII en 8 grandes grupos, según la naturaleza de su uso.

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Esta información se sustrae de los datos arrojados por los inventarios revisados de los años 1776, 1779, 1782, 1784, 1791, 1795, 1795-97. Véanse las referencias documentales. 45 Cristina Esteras Martín. "La platería mexicana en España. Arte, devoción y triunfo social" en Artes de México, México, p. 50.

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La información que se presenta a continuación está sustentada en los 23 documentos revisados de los años de 1700, 1707, 1709 (2)46, 1713, 1717, 1726, 1729, ca. 1731, 1738, 1742, 1743-44, 1747, 1754, 1761, 1763, 1776, 1779, 1782, 1784, 1791, 1795 y 1795-97, así como en inventarios complementarios que serán oportunamente comentados. El primer grupo incluye a todos los recipientes utilizados para ingerir alguna bebida. Entre ellos están los ayaguajes, cuya única referencia aparece entre 1725 y 1750. Aunado a éstos están los bernegales, cuya presencia es continua desde el siglo XVII hasta la primera mitad del XVIII. Posterior a estas fechas cesan las referencias a este objeto que en muchas ocasiones va ligado a una salva. Los hay registrados como: “bernegales”, “bernegal con dos bandejitas”, “salva y bernegal dorado y blanco cincelado todo con una piedra bezoar en el bernegal por quintar”, “bernegales con sus salvillas sin quintar”, “salva y bernegal sobre dorado sin quintar” y “salva y verdegal [bernegal] quintado” (IMÁGENES 20, 27, 30 Y 31). Las copas presentan dos menciones durante la segunda mitad de la centuria. Asoman como: “copas con su salvilla, de plata sin quinto” y “copas, de plata quintada” (IMÁGENES 21, 22 Y 23). Los cortadillos, otro tipo de recipientes para beber, tienen una sola aparición en el periodo que va 1725 a 1750. Por su parte, los cubiletes aparecen en una sola ocasión entre 1725 y 1750.

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En todos los casos en que aparezca entre paréntesis un número junto a un año, éste indicara que se tienen varios documentos del año en cuestión. En este ejemplo hay dos documentos de 1709.

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Las tembladeras, descritas a lo largo de todo el periodo de investigación, se asoman en este siglo como: “tembladeras”, “tembladeras quintadas”, “tembladera grande con su tapa” y “tembladeritas”. Las referencias a vasos abarcan los periodos de 1700 a 1750 donde aparecen como: vasos en lo general, “vaso dorado”, “vasos de caminar quintados”, “vasos de unicornio de plata sobredorada cincelada”, “vasos de unicornio guarnecidos de plata” y “vasos para vino lisos y quintados”, cada descripción haciendo clara alusión al tipo de material utilizado en su manufactura o a su uso (IMAGEN 24).47 En el intervalo de 1775 a 1800 se encuentra una referencia general de vasos y la presencia de una “vasera con el centro dorado quintada compuesta de seis piezas”. El segundo grupo conformado por las diversas tazas se extiende a toda la centuria. Sus usos son diversos, como lo aclara su nomenclatura y se observan como: “taza”, “tazas calderas lisas y quintadas”48, “tazas quintadas”, “tacitas”, “taza para ponche grande con doce tacitas, doce platitos y su cuchara” 49, “taza de punche con ocho tacitas y su cuchara, charola con su cabo de palo”, “taza conservera con su tapa”50, “tazas de China guarnecidas de plata”, “tazas de caldo”, “tazas medianas de caldo”, “tazas para caldo”, “taza sopera” y una anotación a “tapas de tazas”.

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Los vasos de unicornio eran hechos con cuernos o huesos fosilizados y se creían podían contrarrestar los venenos. 48 Las tazas calderas o de caldo son utilizadas para tomar sopas o caldos. 49 Se refiere a un juego para beber ponche compuesto por un gran recipiente, tazas y demás utensilios. 50 Se infiere que sea para guardar conservas.

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El tercer grupo comprende todos los recipientes elaborados para resguardar y servir algún líquido. Existe la mención de “una botella de cuello con llave de plata”51 y “botellas para caminar, guarnecidas de plata, con vasos de los mismo”52, ambas entre 1775 y 1800. Durante este mismo periodo se localizó un utensilio utilizado para enfriar los brebajes y aparece como unos “cubos de enfriar marcados en Madrid”. En el cuarto del siglo anterior, de 1750 a 1775, se observan dos tipos de frascos: una “frasquerita aceitera con anexo de cristal y plata” y un “frasquito chiquito de plata para echar espíritus”. La palabra espíritu, en este caso, se refiere a frasco hecho para contener algún líquido o sustancia concentrada (IMAGEN 26). Las garrafas hacen presencia en dos periodos de 1725 a 1750, y de 1775 a 1800. En el primer intervalo aparecen como garrafas en general y un “porta garrafa de plata de realce quintada”. En el segundo, hay una sola mención a una “garrafa con cuatro vasos quintada en México” (IMAGEN 27). Las referencias a los jarros y jarras se ubican en dos espectros temporales dentro del siglo. Las “jarras para ramillete”, “jarilla”, “jarros cincelados”, jarros en general y “jarro de pico” hacen su aparición en la primera mitad del mismo. Tan sólo en el intervalo de 1725 a 1750 se va a encontrar una última noticia de un jarro de pico (IMÁGENES 28 Y 29). Mientras que de 1775 a 1800 hay únicamente dos señalamientos a estas tipologías y aparecen como una jarra y un jarro sin ninguna especificación (IMÁGENES 25, 27, 30, 31, 32, 33, 34 Y 35). 51

AGN en Casa de Moneda, “Secuestro e inventario de bienes de don Gerónimo Antonio Gil”, 19 de abril 1798, vol. 118, exp. 3, f. 42v. Inventario publicado y comentado por Ilona Katsew en la revista Memoria del Museo Nacional de Arte, no. 7, 1998, pp. 30-65. 52 Como se mencionó previamente, los objetos “de camino” o “de caminar” eran utilizados para viajar o durante un traslado.

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Los picheles guardan la misma estructura temporal que los jarros y jarras, de 1700 a 1750 y de 1775 a 1800. Hay tres anotaciones de ellos, dos de ellas durante la primera mitad del siglo, en donde aparecen como: “picheles con sus tapas de plata” y “picheles”. Y en el último cuarto hay dos menciones: “un pichel” y un “pichel de moda bien hecho quintado”. El cuarto grupo resulta novedoso, ya que es en el siglo XVIII cuando aparecen por primera vez estas tipologías. Se tratan de las cafeteras y las teteras. De 1725 a 1750 se tiene una “tetera de realce quintada” y en el último cuarto, de 1775 a 1800, se tienen registradas: una “cafetera”, una “cafetera con su pie o braserete [?] dicha marca de Madrid”, “cafetera con su pie todo marcado en Madrid” y otra “cafetera labrada con su mango de madera con cucharitas de café quintado en México” (IMAGEN 33). A éstos objetos acompañaron otros, igualmente especializados, como las cucharitas cafeteras sobre las cuales se comentará más adelante. El quinto conjunto está conformado por los cubiertos y demás enseres diseñados para servir y manipular los alimentos. Es en esta centuria cuando se empiezan a generar los grandes juegos de cubertería y vajilla, acordes a las nuevas normas de higiene y del uso individualizado de los utensilios. Conforme se avanza en el tiempo se van a encontrar poco a poco una mayor cantidad de ellos en los inventarios. Esto va a ocurrir muchas veces en cantidades iguales, esto es, haciendo juegos de cucharas, cuchillos y tenedores. Ejemplo de ello es la “caja cuchillera, con doce cucharas, doce cuchillos con cabos de plata, doce trinchadores con cabos de plata sin quintar” encontrada en el periodo de 1725 a 1750.

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Cabe anotar que durante el último cuarto del siglo se tienen los primeros registros en los documentos con la palabra cubiertos. Esto es comprobable al encontrar: unos “cubiertos”, “cubiertos, de plata quintada”, “cubiertos completos”, “cubiertos compuesto[s] de cuchara, tenedor y cabo de cuchillo todo marcado en Madrid”, “cubiertos compuestos de cuchara, tenedor y cabo de cuchillo todo quintado en México”, “cubiertos compuestos de cuchara, tenedor y cabo de cuchillo”, “cubiertos dorados de cuchara, tenedor y cabo de cuchillo todo quintado en México” y un “estuche, con un cubierto de cuchara, tenedor y cuchillo de plata sobredorado labrado de relieves con unas armas " (IMAGEN 36). Las cucharas, objetos omnipresentes en los ajuares domésticos de todo el siglo, van a localizarse descritas como: cucharas en general, “cucharas salomónicas”, “cucharas quintadas”, “cucharas lisas sin quintar”, “cucharas quebradas”, “cucharas quintadas de media moda”, “cucharas a moda”, “cucharas viejas”, “cucharas regulares”, “cucharas con marca Madrid”, “cucharas quintadas en México” y “cucharas de media caña todo quintado” (IMÁGENES 20, 24, 26, 32, 36 Y 37). De igual manera sucede con las cucharitas, de las que tenemos varias referencias, salvo en el periodo de 1725 a 1750. Hay cucharitas en general y en lo particular hay menciones a cucharitas para café o de café, así como: “de oro quintadas”, “con marca de Madrid”, “pequeñas para café marcadas en Madrid”, “con marca México”, “doradas con marca de México” y “para café dentro de una cajita de monfon *?+ encarnado”. Se hallan noticias de cucharones durante toda la centuria, los cuales se encuentran como: cucharón o cucharones, “cucharón liso quintado”, “cucharón quintado”,

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“cucharones marcados en Madrid”, “cucharón de salsas quintado en México” y “cucharones dorados con marca de México” (IMAGEN 38). Los cuchillos, presentes también de 1700 a 1800, aparecen descritos: “con sus cabos de plata”, “de mesa con su cacha de plata”, “de mesa de plata”, “guarnecidos de plata”, “quintados”, “para mesa con cachas de plata de moda del Popotillo” 53, “de mesa antiguos quintados”, “con caros cabos de plata”, “marcados en Madrid”, “cabos de cuchillo quintados”, “con cachas de plata muy antiguos quintados”, “con cachas de última moda quintados”, “de filetes todo quintado” y como cuchillo en general (IMÁGENES 32, 37 Y 41). Aunado a esto, en el intervalo de 1725 a 1775 se tienen dos referencias a cajas cuchilleras.54 La espumadera, que generalmente se asocia a la cocina, encuentra un sitio dentro de los inventarios de plata. Se tienen dos menciones en el segundo y el último cuarto de siglo respectivamente. Otro utensilio que surge en esta centuria es el tenedor. El cual se encuentra nombrado a lo largo de todo el periodo, pero no es sino hasta el segundo cuarto del siglo cuando se empiezan a observar por primera vez juegos completos de cubertería con las mismas cantidades de tenedores que de otros utensilios, como cucharas y cuchillos.55 En los inventarios encontramos diversos tenedores quintados y sin quinto, “quintado de media moda”, “antiguos quintados”, “a moda”, “viejos”, “marcados en Madrid”, “nuevos quintados en México” y “de media caña todo quintado” (IMÁGENES 24, 26, 36 Y 37). 53

Se desconoce a lo que se refiere este término. Una de ellas aparece en: AN, “Cuenta de división y partición a la muerte de don Francisco de la Cotera Salmón”, 20 de julio 1762, notario Joseph de Molina, notaría 400, f. 121. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 55 Véase como ejemplo la “caja cuchillera *…+” mencionada en la nota anterior. 54

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Para cerrar este conjunto restan los trinchantes, también llamados trinchador. Sus menciones aparecen entre 1725 y 1800. Hay: “trinchante quintado”, “trinchador”, “trinchador quintado” y “trinchador de cabo de plata”. El sexto grupo está integrado por todos los recipientes diseñados para servir, presentar o guardar los alimentos. En esta división de objetos se encuentran algunas tipologías novedosas fruto de un creciente refinamiento de las costumbres a la mesa. Su diversidad es vasta: azafates, bandejas, bombillas, cajetes, cazuelas, confiteras, conserveras, ensaladeras, fruteros, fuentes, jeringas, mostaceras, pescaderas, platones, salseras, sartencitos, soperas, tarinas y tarros. Los azafates, como se comentó anteriormente, no sólo pudieron ser utilizados a la mesa, sino bien para transportar cualquier cosa dentro de su estructura con forma de canastilla. Se les hallan a lo largo de todo el siglo, pero al llegar a su final desaparecen permanentemente. Tenemos: azafates en general, “azafate ovado de plata labrada lisa cincelada”, “azafate ovado cincelado sin quintar”, “azafatitos cincelados quintados”, “azafatito cincelado”, “azafates uno grande y cuatro chicos quintados”, “azafates pequeños”, “azafate todo de plata sin quintar”, “azafates quintados”, “azafate de plata de realce quintada”, “azafate con su taza”, azafatitos en general, “azafates cincelados, uno redondo y otro ovado”, “azafate de recortes cincelado de moda”, “azafate en forma de pescadera de recorte de moda quintada”, “azafate de moda antigua redondo” y “azafate antiguo” (IMÁGENES 39 Y 40). Las bandejas también aumentan en diversidad y se localizan entre los años de 1700 y 1800. Aparecen en los inventarios, tanto bandejas como bandejitas en general, así

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como: “bandejita cuadrada con cuatro ayaguajes soldados, sin quintar”, “bandejitas la una más pequeña que otra antiguas quintadas”, “bandeja aovada de recorte quintada en México”, “bandeja de recorte cincelada en ella a buril la Alameda quintada en México”56, “bandeja de recorte y en ella cincelado el paseo nuevo de México quintada”57, “bandeja cincelada y calados sus bordos quintadas en México”, “bandejas cuadradas quintada en México”, “bandeja redonda quintada en México”, “pequeña también de recorte todo quintado en México” y “bandejitas quintadas en México” (IMÁGENES 41 Y 42). En el último cuarto del siglo surge una única mención a una “bombilla quintada”, que según el diccionario de la época era una especie de sorbete o popote, aunque se ignora si fue utilizada con algún platillo o recipiente en específico.58 Los cajetes hacen también una sola aparición entre 1700 y 1725. El cajete, cuyo término es claramente un mexicanismo, era una cazuela con profundidad y espesor. De igual manera sucede con una “cazuela, sin quintar” mencionada en el intervalo de 1725 a 1750. La mención de una confitera, perpetúa su presencia desde el siglo anterior hasta el primer cuarto del XVIII, donde se le encuentra por última vez (IMAGEN 43). En su lugar aparecen, por primera vez, las conserveras en la segunda mitad de la centuria. Sus referencias son las siguientes: “conservera, con su tapa lisa, de plata sin quinto”, “conserveras, de moda, con sus tapas quintadas”, “conservera con su tapa” y “conservera con su tapa, de plata quintada” (IMÁGENES 31, 44 Y 45).

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Perteneció al virrey de Bucareli. Perteneció también al mismo virrey y se refiere al paseo de Bucareli. 58 Aunque se desconoce está tipología, su nombre sugiere que tenían un mecanismo para aspirar alguna bebida o alimento, tal vez como los que se utilizan para beber el mate en Sudamérica. 57

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Las ensaladeras constituyen otra de las tipologías novedosas que como en casi todos los casos similares, se ubican entre los años de 1775 y 1800. Hay dos anotaciones al respecto: “ensaladeras” y “ensaladeras redondas quintadas”. Los fruteros son un tipo de objeto que resurge en este mismo periodo tras haber desaparecido de los inventarios por más de 125 años. Se les describen como “fruteros con sus asas caladas y cincelados, fábrica de Guatemala” (IMAGEN 46). Las fuentes, objetos de larga tradición, siguen siendo una constante en la documentación durante todo el siglo; su número de referencias es elevado, así como su diversidad. Aparecen como: fuentes en general, “fuentes con sus jarros cincelados”, “fuentes grandes cinceladas”, “fuentes grandes cinceladas y quintadas”, “fuentes medianas cinceladas y quintadas”, “fuente”, “fuentes cercadas”, “fuentes cinceladas”, “fuentes doradas con sus pies”, “fuente dorada y labrada”, “fuente más grande, lisa”, “fuente redonda”, “fuentes de moda de recorte cincelada y quintada”, “fuente redonda de moda antigua quintada” y “fuentes redondas de moda antigua cinceladas y quintadas” (IMÁGENES 23, 31, 45, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53 Y 54). Hay una única mención a “una jeringuita de plata”59 entre los años de 1725 y 1750. Las mostaceras, también de fresca aparición, son anotadas en el último cuarto de siglo “con sus dos cucharitas en sus platos labrados y de recorte todo marcado en Madrid” 60. Lo mismo sucede con las pescaderas, presentes por primera vez entre 1775 y 1800. Las descripciones fueron: “pescaderas de recortes de moda con asas quintadas”, “pescaderas 59

AN, “Inventario de bienes de don Juan Fernández de Velarde”, 5 de mayo 1735, notario Felipe Muñoz de Castro, notaría 391, s/f. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 60 Existe una referencia a una “mancerina con su mostacera”, aunque se ignora a qué se refiere o para qué servía.

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mayores que las antecedentes de recortes quintadas”, pescaderas en general, “pescaderitas con sus tapas de recorte quintadas” y “pescaderitas de moda quintados”. Los platones, recurrentes durante todo el siglo, se encuentran mencionados como: platones en general, “platones lisos quintados”, “platones de mayor a menor”, “platones quintados”, “platones a la francesa”, “platones grandes, medianos, chicos de recorte”, “platones redondos diezmados”61, “platones con marca de Madrid”, “platones con asas quintados”, “platones redondos”, “platones redondos y medianos con marca de Madrid” y “platones hondos cuadrilongos” (IMÁGENES 30, 31 Y 55). La salsera es otra tipología que prolifera a partir de la segunda mitad del XVIII. Se las encuentra anotadas como salsera o salseras “con marca Madrid”, “quintadas en México”, “con su cucharoncito quintado en México”, “con sus tapas y orejas quintadas”, “quintadas”, “de asas quintadas” y “de exquisita hechura quintadas” (IMAGEN 56). Por su parte, los sartencitos hacen una única aparición, entre los años 1775 y 1800. Se les encuentra como “sartencitos para unturas quintados”. En el mismo periodo surgen las soperas por primera vez y se presentan como: soperas en general, “soperas regulares”, “soperas de moda de recorte iguales con sus sobrepuestos” y “soperas con su palangana de recortes quintado” (IMAGEN 57). También entre 1775 y 1800 se localizan referencias a diversas tapas para platos o platones. Lucen como: “tapas de platos aovadas de recorte quintadas en México”, “tapas

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“La plata del diezmo era la que pagaba de impuesto sólo un 10% de su valor, por estar en posesión del minero (reconocido como tal) que la produjo. La plata de un minero pagaba, pues, menos impuestos. Si el minero la vendía, esta plata cambiaba de estatus y se convertía en plata de rescate y para fines taxativos, pagaba un 20% de su valor (un quinto).” Ver Sergio Antonio Corona en La plata y la talavera poblana en el servicio de mesa neovizcaíno, http://www.historiacocina.com/historia/articulos/talaverapoblana.htm (noviembre 2009).

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de platos aovadas *marca México+”, “tapas *de platos+ cuadradas de recorte marcadas en Madrid”, “tapas cuadradas quintadas en México” y “tapas redondas (de recorte) quintadas en México”. Las tarinas, otro término con que se conoce a las fuentes medianas generalmente con tapa, hacen su única aparición en el último cuarto de siglo. Su presencia se limita al inventario del virrey de Bucareli.62 En él están descritas de la siguiente manera: “tarina completa con cucharón y platón con marca Madrid”, “tarina completa con su plato y cucharón con marca de Madrid”, “tarina completa de cinco piezas quintadas en México”, “tarina completa con su plato y cucharón quintado en México”, “tarina aovadas, otra redonda y otra cuadrada todas con sus tapas y sus cinco cucharas respectivas marcas [de México+”, “tarinas, las tres aovadas, una redonda y la otra cuadrada con sólo cuatro cucharones y cada una con su tapa * con marca México+” y “tarina completa con cinco piezas fabrica de la Habana” (IMÁGENES 32 Y 58). Para concluir, se tiene una única mención a un tarro, también entre los años de 1775 y 1800. Los tarros se podían utilizar para contener conservas, así como cualquier otra cosa por lo que su empleo puede ser múltiple. El séptimo grupo está conformado por todos los platos y recipientes hechos para contener, en el plano individual de cada comensal, los distintos alimentos líquidos o sólidos. En este conjunto encontraremos: flamenquillas, platos y sus diminutivos, salvas y salvillas, así como tachuelas.

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AGN, “Inventarios de bienes por fin y muerte de don Antonio María de Bucareli y Ursua”, 16 de abril de 1779, Intestados, vol. 80, 2ª parte, exp. 1, fs. 1-28 v.

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Las flamenquillas, que si bien son una especie de plato, están presentes entre los años de 1700 y 1750, y de 1775 a 1800. El término correcto es en femenino, aunque pueden encontrarse como flamenquillos. Se las halla en el primer lapso temporal, descritas como: “flamenquilla mediana”, “flamenquillas chicas”, “flamenquillos”, “flamenquilla lisa quintada”, “flamenquillas hermanas lisas y quintadas” y “flamenquillo”. Mientras que en el segundo intervalo aparecen como flamenquillas: “chicas”, “con asa de recortes de moda quintadas”, “mayorcitas de la misma hechura quintadas” y “en forma de rosas grabadas” (IMAGEN 59). Los platos, por su parte, constituyen el conjunto más numerosos de este grupo, ya que incluye este tipo de objeto con todos sus diminutivos: platillos, platitos y platoncillos. El primero de ellos se encuentra presente, durante todo el siglo, de la siguiente forma: platillos en general, “platillos quintados”, “platillos a la moda francesa sin quinto”, “platillos viejos a la española sin quinto”, “platillos a la moda Francesa quintados”, “platillos franceses”, “platillos de recorte”, “platillos viejos franceses”, “platillos redondos antiguos quintados”, “platillos chicos de recorte quintados”, “platillos redondos y ovalados”, “platillos soperos de recorte quintados en México”, “platillos trincheros de recorte marcados en Madrid” y “platillos de recorte quintados en México”. Por su parte, la utilización del término platito es menos recurrente, hay tan sólo dos referencias en el segundo y último cuarto del XVIII. Las menciones a los platoncillos se concentran entre los años de 1725 a 1750 con una única anotación. Y entre 1775 y 1800 donde se encuentra una mayor diversidad. Hay platoncillos: “aovados marcados en Madrid”, “pequeños quintados en México”, “de recorte quintados en México”, “de

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recortes sin asas quintados”, “de recorte de asas quintadas”, “chicos marcados en Madrid”, “de entrada de recorte *con marca México+”, “redondos con marca de Madrid”, “de recorte quintados en México”, “grande y dos medianos de recorte redondos quintados en México” y “quintados en México”. El término plato, sufre una ausencia en el lapso de 1750 a 1775. Esta carencia, como se demostró anteriormente, fue subsanada con la utilización de algún diminutivo para describir este mismo objeto. Aparecen referencia sencillas a platos, en la primera mitad del siglo, y para el último cuarto, aparecen otras descripciones: “platos quintados en México”, “platos de recortes quintados”, “platos cuadrados de entrada marcados en Madrid”, “platos marcados en México”, “platos trincheros de recorte marcados en Madrid” y “platos de recorte quintados en México” (IMÁGENES 20,24, 26, 30, 31, 32, 37, 45, 60 Y 61). Las salvas y salvillas –vocablos que por principio hacen alusión a un mismo tipo de objeto– se encuentran a lo largo de todo el siglo. Las primeras se encuentran descritas como: “salvas lisas quintadas”, “salva lisa”, “salva sin quintar”, “salva a la moda de molduras de recortes diezmada”, “salva diezmada”, “salva de recorte”, “salvas grandes quintadas” y salvas en general. Mientras que las segundas aparecen inventariadas como: “salvilla con su bernegal”, “salvillita”, “salvilla lisa”, “salvilla chica”, “salvilla quintada”, salvillas en general, “salvilla con marca de Madrid”, “salvilla con marca de México”, “salvillas de recorte con sus pies quintadas en México”, “salvillas pequeñas de recorte quintadas en México”, “salvillas de recortes obra moderna quintadas” y “salvillas chicas de un pié quintadas de recorte” (IMÁGENES 20, 24, 44 Y 62). Las salvillas generalmente

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aparecen relacionadas a un bernegal hasta la primera mitad del siglo, después estas referencias cesan del todo. Las tachuelas hacen su primera aparición en este momento, se las tiene registradas en dos ocasiones durante la primera mitad de la centuria (IMÁGENES 63 Y 64). El octavo, y último grupo, está conformado por todas las piezas labradas para contener los condimentos y aderezos; así como otras diseñadas para presentar alguna vianda y adornar las mesas. Se tiene referencia de unas “aceiteras”, “porta aceiteras quintadas” y a una “frasquerita aceitera” en el transcurso de la segunda mitad del XVIII. Ya en el último cuarto se encuentran menciones a una “angarilla para vinagreras”63, “angarillas dicha marca de Madrid”, “angarillas marcadas en Madrid”, “angarilla quintado en México” y una “vinagrera” (IMAGEN 65). Existe un ejemplo de un elaborado adorno de mesa entre 1775 y 1800. Aparece descrito como: “dos pavos el uno con las alas extendidas y el otro encogidas con sus colas sobredoradas y esmaltadas y un árbol en medio de ellos sobredorado y de esmalte en su mesita en la misma conformidad de filigrana de plata copella de China”64. Hay una única mención a un “azucarero todo marcado en Madrid”, también en el último cuarto del XVIII. La presencia de saleros es diversa, así como vasta. Se encuentran a lo ancho de todo el siglo, describiéndose como: “salero”, “salero liso con su tapa de plata lisa”,

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Las angarillas eran una estructura o base para contener botellas o algún recipiente. Ver el inventario del virrey de Bucareli. La plata copella es de baja ley con alto contenido de plomo. Véase: copela, copelar, pella y copela. 64

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“saleros a la francesa”65, “saleros”, “salero con cinco piezas”, “saleros quintados”, “salero grande”, “salero pequeño”, “salero con cuatro piezas sin quintar”, “salero de campaña”66, “salero francés diezmado”, “salero francés”, “saleros regulares”, “saleros con marca de Madrid”, “pelicanos de plata de filigrana que sirven de saleros con sus ramos dorados hechos en China”, “un pato y una garza cuyos lomitos pueden servir de saleros parados sobre unas como peñas en sus mesitas y en ellas unos ramos y pajaritos todo de filigrana de plata copella blanca y sobredorada y en algunos ramitos de esmalte hechos en China”, “saleros *dorados+ quintados en México” y “saleros uno muy antiguo quintados” (IMÁGENES 20, 26, 37 Y 45). En este mismo ánimo se encuentran los objetos llamados ramilletes y sortús. Los ramilletes son una especie de taller o estructura en forma de piña o de una elaborada estructura, donde se colocan condimentos, así como dulces, frutas y otras viandas. Funcionaban para servir y engalanar alguna comida o banquete. El sortú es utilizado en ocasiones como sinónimo de ramillete. En los primeros 25 años del siglo aparece una referencia a unos “ramilletitos”, pero no es sino hasta el periodo de 1775 a 1800, donde se encuentran los ejemplares más interesantes. Se tiene un “sortú o ramillete de mesa de exquisita hechura con cuatro salseras, dos pimenteros, dos vinagreras de cristal, dos saleros, una conservera con su tapa, una cafetera y cuatro candeleros”, “un ramillete” y unos “ramilleteritos que se desarman con tonillos de una tercia de alto con sus platitos de

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AN, “Carta de dote de doña María Ignacia Ruíz de Castañeda”, 21 de enero 1719, notario Juan José de Aguilera, notaría 18, f. 21v. Documento proporcionado por el doctor Gustavo Curiel. 66 Salero para viaje.

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plata de filigrana de China con rositas y sobrepuestos dorados, cada uno con su platito que los dos de ellos tienen esmalte”. Tan sólo hay una única referencia al término taller en todo el siglo, que se encuentra entre 1725 y 1750.

EL SERVICIO DE MESA EN LA PRIMERA MITAD EL SIGLO XIX Las tipologías que se van a encontrar durante la primera mitad del siglo XIX van a ser, en general, una continuación de las documentadas en el siglo XVIII, sobretodo en el último cuarto del siglo. Es también en los albores del XIX cuando se solidifican los parámetros estilísticos del neoclásico, que venían desarrollándose desde la década anterior. “Ahora bien, las pautas marcadas por éste para implementar las normas y criterios del ‘buen gusto neoclásico’ no se iban a consolidar hasta los inicios del siglo XIX. Una vez establecida en la capital y en otras ciudades del Virreinato la primera generación de jóvenes pensionados. Formados estos maestros bajo un rígido aprendizaje en el dibujo *…+. A partir de este momento la platería se volverá un arte dependiente de lo europeo, dejándose influir por las propuestas inglesa y francesas tamizadas, eso sí, a través del filtro español.”67 A partir de la institución de la Academia de San Carlos se pretendió que todos los aspirantes a maestros de platero cursaran en los talleres de dibujo, específicamente el

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Cristina Esteras Martín. "La platería mexicana en España. Arte, devoción y triunfo social" en Artes de México, México, p. 50.

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llamado de “ornamentos”. En él los estudiantes copiaban piezas de orfebrería, tanto de estampas europeas –generalmente francesas–, como de modelos originales.68 Esta investigación está concentrada en la primera parte de la centuria por tres razones. Primero, porque la mayoría de los objetos de orfebrería del siglo XIX que subsisten hasta nuestros días pertenecen a este periodo. Segundo, porque la producción de este arte sufrió un fuerte deterioro a partir de la segunda mitad del XIX, como consecuencia de las revueltas políticas, la caída de la extracción argentífera y la supresión gremial. Tercero, porque al revisar los inventarios, a partir del segundo cuarto del siglo – incluso en los documentos de cierta riqueza– comienza a haber una diminución de objetos labrados en plata y un aumento de aquellos fabricados en loza y cristal.69 Es de notarse que muchas de las tipologías que hasta entonces se tenían registradas en plata empiezan a ser sustituidas en una mayor proporción, por las mismas tipologías fabricadas en otros materiales. Sin embargo, lo anterior no pretende aseverar que cesan de existir los grandes juegos de mesa labrados en plata –así como otros objetos–, tan sólo marca un decrecimiento paulatino en la producción, un cambio en el gusto; reflejo seguramente de la constante inestabilidad del país y del gusto por los nuevos materiales. En una carta del 29 de junio de 1840, la marquesa de Calderón de la Barca, comenta al respecto: “–Había en la hacienda gran cantidad de gente, y a eso de las doce nos sentamos ante una mesa en la que sirvieron un almuerzo magnificentísimo, para setenta personas. –Todo, hasta los 68

Esta información se extrae de la revisión de los apartados de estampas y dibujos del archivo de la Academia de San Carlos, en una investigación conjunta con la maestra María Sánchez. 69 Ejemplo de ello es el (AGN) “Inventario y avalúo de bienes por muerte del doctor don José María Yturrialde”, 16 de marzo 1849, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal, caja 269, exp. 163, fs. 8792v.

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platos, era de sólida plata. – Hay en este país un inmenso capital amortizado en diamantes y vajilla, lo que dista de constituir un síntoma de prosperidad comercial.“70 Con afán de sistematizar la información recabada en los documentos en relación a los objetos al servicio de la mesa, se han dividido las tipologías encontradas, según la naturaleza de su uso, en 8 grandes grupos durante la primera mitad del siglo XIX. Los datos que se reúnen a continuación están sustentados en los 9 documentos revisados de los años de 1803, 1808, 1809, 1811, 1841, 1843, 1845, 1849 y 1850. Es importante recordar que en el periodo de 1800 a 1850 hay una diminución de las diversas tipologías en plata, lo cual puede ser explicado de dos maneras. Primero, porque el corpus de documentos es cuantitativamente menor al comprender un rango temporal de sólo 50 años. Y, segundo, porque conforme nos acerquemos a la mitad de siglo va a encontrarse una diminución en los objetos de plata como se comentó con anterioridad. El primer conjunto de objetos está integrado por todos los recipientes elaborados para beber. Los ayaguajes, en este caso “quintados”, continúan su presencia desde los siglos anteriores hasta el primer cuarto del siglo XIX. Entre 1800 y 1825, hay una mención a un “bebedor sin quintar que no está muy usado”. Es la primera vez en que se obtiene esta tipología en un inventario. También en este mismo intervalo existe una única referencia a unos “coperos”, que posiblemente haga referencia a un objeto o recipiente donde se resguardan las copas.

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Marquesa de Calderón de la Barca. La vida en México, México: Editorial Hispano-Mexicana, tomo I, 1945, p. 332. La marquesa llega a México el 26 de diciembre de 1836 y su estancia dura poco más de dos años.

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Las tembladeras, presentes desde 1600, extienden su presencia hasta la mitad del XIX y se les encuentra como: “tembladera” y “tembladeritas”. Existen dos referencias a los vasos, ambas localizadas entre 1825 y 1850. Aparecen como: “vasito y plato” y “vaso sin quinto” (IMAGEN 66). El segundo grupo compuesto por las tazas resulta muy escueto, tan sólo hay una anotación entre 1800 y 1825 (IMAGEN 67). Algo muy similar resulta con el tercer conjunto, el de las botellas, jarras y demás piezas fabricadas para contener o enfriar líquidos. Aquí se observan tan sólo cuatro de las tipologías ya documentadas. Las botellas y sus aditamentos aparecen en toda la primera mitad de siglo. Se les observa como: “botelleros”71 y “botelleros para enfriar” y “botellas para enfriar”. También de los años de 1800 a 1850, se observa la presencia de un “jarrito”, una “jarra quintada” y unas “jarras con plato”. Merece la pena apuntar que en la definición de jarra de 1803, aparece por primera vez descrita con una asa, en lugar de dos, como en la centuria precedente72 (IMÁGENES 68 Y 69). Mientras que tan sólo en el segundo cuarto se encuentra un “licorero con angarilla de plaqué”73, cuyo tipo de objeto aparece en este periodo por primera vez. Los picheles, constantes en los siglos XVII y XVIII, continúan apareciendo durante la primera parte del XIX. Hay las siguientes anotaciones: “pichel”, “picheles”, “picheles chicos” y “picheles quintados”.

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Se asume que el botellero es un recipiente para colocar las botellas, aunque esta tipología no aparece en los diccionarios. 72 Diccionario de la Real Academia Española. 73 El plaqué es una capa delgada de plata sobrepuesta a otro metal que, en general, suele ser cobre.

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Las referencias al cuarto grupo fueron halladas durante el primer cuarto de la centuria. Se trata de cafeteras y teteras. Las primeras aparecen como: “cafeteras sin quinto” y “cafetera con asas de madera”. Aunada a la cafetera se tiene mención de unas “piezas en que se guarda café”, probablemente se refiera a unos tarros o algún tipo de recipiente donde se almacenaba el grano. Por su parte, las “teteras con asas de madera” tienen una única mención. El quinto conjunto está integrado por los diversos cubiertos y utensilios para servir las viandas. Se trata de cubiertos, cucharas, cucharitas, cucharones, cuchillos, tenedores y trinchantes. Todos estos instrumentos se encontrarán presentes durante la primera mitad del siglo XIX. Las referencias generales a los cubiertos, como juegos o conjuntos, continúan desde el último cuarto del siglo anterior y se extienden durante el siglo XIX.74 Los documentos los anotan como: “cubiertos”, “cubiertos de moda”, “cubiertos compuestos de tres piezas, que son cuchara, tenedor, y cuchillo sin quinto nuevas”, “cubiertos amartillados”, “cubiertos vaciados”, “cubiertos quintados”, “cubiertos, de plata sin quinto”, “pares de cubiertos, todo quintados” y “pares de cubiertos” (IMAGEN 70). Las anotaciones a las cucharas están descritas como: “cuchara”, “cuchara sin quinto usadas”, “cucharitas”, “cucharas”, “cucharas rotas” y la novedosa variante de “cucharas de bombilla” (IMÁGENES 36, 70, 71, 72, 73 Y 74). Mientras que las relacionadas con

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En el caso de los cubiertos, las referencias no disminuyen como sucede con otras tipologías. Una explicación es que éstos no podían ser fabricados en otros materiales como la loza y el cristal, y por ende no fueron sustituidos como sucedió con otros objetos.

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la ingesta de café, figuran como: “cucharitas para café”, “cucharitas para café y sus tenacitas quintadas”75 y “cucharas cafeteras”. Por su parte, los cucharones reciben las siguientes menciones: “cucharón sin quinto”, “cucharón”, “cucharones”, “cucharones sin quinto” y “cucharones quintados” (IMÁGENES 38 Y 70). Los cuchillos, cuyas referencias son abundantes, figuran como: “cuchillos”, “cuchillos de cobre plateados”76, “cuchillos sin quinto”, “cachas de cuchillos”, “cuchillos con cabos de plata”, “cuchillos grandes con cacha de plata”, “cuchillo más chico”, “cuchillos con sus cachas de plata” y “cuchillos sin quinto” (IMAGEN 75). También se encuentran, referencias a los tenedores, que aparecen como: tenedores en general, “sin quinto”, “usados” y “sueltos” (IMÁGENES 36, 70, 71 Y 74). Existe un tipo novedoso de tenedor que surge tan sólo en el primer cuarto de siglo, se trata de “tenedores para café y dulce”. Por su parte, los trinchantes son descritos de las siguientes maneras: “trinchantes”, “trincheros”, “trincheros reconocidos sin cachas” y “trinches”. El sexto grupo de objetos se compone de todos los recipientes o platos para servir, o, en su caso, guardar alimentos. Aquí las bandejas mantienen su presencia desde los siglos anteriores y se hallan, entre 1800 y 1850, como: “bandeja ovalada”, “bandejas redondas”, “bandejitas”, “bandejas”, “bandejas quintadas”, “bandeja de gallones grande” y demás tipos que servían para usos específicos y que serán oportunamente mencionadas (IMÁGENES 76 Y 77). 75 76

Asumimos que las tenazas se ocuparían para servir los cubos de azúcar. Se incluyó está referencia porque estaba documentada dentro del ajuar de plata.

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Entre 1800 y 1825 hay una única anotación a “una batea diezmada”. La batea es una especie de fuente producida en Indias –como se menciona en el Diccionario de autoridades– que pudo ser utilizada para diversas cosas. Hay referencias a las bombillas desde el último cuarto del siglo XVIII y reaparecen durante la primera mitad del siglo XIX. Se les ubica, en un caso, integrada a una cuchara y, en lo demás, como: “bombillas”, “bombillas para sopa” y “bombilla chica para dulce”. Las menciones a las calderas habían cesado desde el XVII, pero se encuentran dos entre 1800 y 1825, y aparecen como “calderas” y “caldereta”77. El término charola, en este caso de “plaqué inglés” aparece por primera y única vez en el segundo cuarto del siglo.78 Mientras que las conserveras se ubican en los primeros 25 años. Están descritas como: unas “conserveras” y una “conservera con su tapa, quintado” (IMÁGENES 78 Y 79). Las ensaladeras, cuya tipología procede del cuarto de siglo anterior, tienen una única mención de 1800 a 1825. Los fruteros o más bien “fruteritos” encuentran una alusión entre 1825 y 1850. Las fuentes, cuya presencia ha sido siempre constante, se observan descritas de 1800 a 1850, como: “fuentes más grandes sin quinto”, “fuentes quintadas”, “fuentes medianas quintadas”, “fuentes de plata quintada” y “fuentes de plaqué inglés” (IMÁGENES 80 Y 81).

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La caldereta es un caldero pequeño con asa para colgarla de la mochila, por lo que debió ser utilizada para viaje. 78 Según los diccionarios de la Real Academia Española, charola es sinónimo de bandeja, palabra que se utiliza en México, Cuba, Bolivia y Argentina.

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La jeringa y su diminutivo se encuentran en dos anotaciones entre 1800 y 1850. Este objeto había aparecido sólo en una ocasión en el siglo XVII. Se desconoce a ciencia cierta su utilización, aunque se piensa pudo ser utilizado para preparar alguna vianda. Hallamos una “jeringa quintada” y una “jeringuilla”. La pescadera es una tipología que sigue presente en la primera mitad de la centuria. En los inventarios aparecen descritas como: pescaderas en general, “pescaderas quintadas” y “pescaderas cuatro pequeñas y tres grandes con su quinto usadas”. También entre 1800 y 1850 se observan anotaciones a: “platones”, “platoncillos quintados” y “platoncito” (IMAGEN 82). La salsera, al igual que los platones, es una tipología presente en los primeros 50 años del siglo. Hay: salseras en general, “salsera con cucharita”, “salsera y cucharitas”, “salsero”, “salsero con cucharitas”, “salsera” y “salsera con tapa y cucharita” (IMÁGENES 56 Y 83). Entre los años de 1825 y 1850, se tiene una única referencia a un “sartencito” de plata. Las soperas, por su parte, obtienen una mayor presencia en ambos cuartos de siglo. Encontramos: soperas en general y “soperitas” (IMÁGENES 57, 84 Y 85). De igual manera se hallan: soperos, “soperos quintados”, “soperos grandes” y “soperos medianos”. El término sopero es ambiguo, ya que en los inventarios de este momento no se especifica si se tratan de platos soperos individuales o de un gran recipiente para contener el alimento. El último objeto de este conjunto es una “tapita para pozuelo” hallada entre 1825 y 1850.

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El séptimo grupo está conformado por todos los platos y recipientes de uso individual. En este conjunto encontraremos: flamenquillas, hueveras, platos y sus diminutivos, salvillas y tachuelas. La flamenquilla, tipología existente en los siglos anteriores, tiene una referencia en los años de 1800 a 1825, en la que aparecen unas “flamenquillas quintadas”. La huevera resulta un tipo de objeto novedoso, encontrando su única mención en el segundo cuarto del XIX. Este utensilio servía para colocar en vertical un huevo tibio y comerlo con comodidad. Durante toda la primera mitad de la centuria se hallan referencias a platos y sus derivaciones. Hay: “platillos”, platos en general, “platos de moldura quintados”, “platos de recorte”, “platos de recorte con quinto”, “platito” y “platos quintados” (IMÁGENES 86 Y 87). Por su parte las salvillas, tan abundantes en los siglos precederos, desaparecen casi del todo. Se tienen dos referencias en el primer cuarto: una “salvilla” y una “salvilla quintada”. Finalmente las “tachuelas” tienen una mención entre los años de 1800 y 1825 (IMAGEN 88). El octavo y último grupo está compuesto por objetos destinados a contener algún condimento. Se trata de una pequeña compilación que reúne azucareras, saleros y vinagreras. Las azucareras están presentes de 1800 a 1825. Mientras que las referencias a los saleros se concentran sobre el primer cuarto del siglo. Hay “saleros” y “saleros sin quintar todo de plata usada”. Para concluir, también en estos mismos 25 años, existe una mención a un “porta vinagreros” y a unas “vinagreras de cristal *en pares+” con guarniciones de plata (IMÁGENES 89 Y 90).

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