Recorridos por la cueva de El Castillo. En busca de la ...

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Castillo es uno de los lugares más importantes del Paleolítico Superior. Descubierta en ..... sentations d'art rupestre dans la grotte du Cas- tillo”. En Bulletin de ...
Recorridos por la cueva de El Castillo. En busca de la mirada del Paleolítico Marc Gröenen Université Libre de Bruxelles

E l contexto Desde su reconocimiento oficial en 1902, el arte parietal no solo no ha cesado de atraer la atención de los prehistoriadores, sino también de un público cada vez más amplio. Altamira, Lascaux o Chauvet interesan, ¡incluso apasionan! Para convencerse es suficiente con seguir los ecos de lo que aparece en los periódicos. La razón es legítima: las pinturas y los grabados son el conmovedor testimonio de los orígenes del arte, que es visto como una característica exclusivamente humana. Desde hace más de un siglo, los trabajos científicos se han ido acumulando, siendo un merecido homenaje a este frágil patrimonio. Con un total de 397 sitios, las cuevas decoradas están localizadas en su mayor parte en España y Francia, pero también más al este, en Italia o Rumanía, por ejemplo. Por su secuencia estratigráfica, que se extiende desde el Achelense más reciente a la Edad del Bronce (Cabrera Valdès, 1984), por los innumerables motivos que adornan sus paredes y por las decenas de obras de arte mueble desenterradas en el yacimento, la cueva de El Castillo es uno de los lugares más importantes del Paleolítico Superior. Descubierta en noviembre de 1903 por Hermilio Alcalde del Río, y publicada por él mismo en 1906, las figuras parietales de El Castillo han sido estudiadas por H. Alcalde del Río, H. Breuil y L. Sierra (1912), después por E. Ripoll Perelló (1956, 1971-1972, 1972…). Por último, hay que mencionar también los trabajos más puntuales en los que figuran los motivos que fueron descubiertos por J. González Echegaray (1964, 1966, 1970, 1972…). Desde el año 2003, hemos reanudado el estudio exhaustivo de este sitio, con los medios de investigación disponibles hoy en día en este campo. Las paredes de la cueva han sido intensamente decoradas durante un largo periodo. La cuestión de la cronología es evidentemente una de las más difíciles del arte parietal. Se nos olvida muy a menudo que la gran mayoría de los motivos no pueden ser datados de manera 375

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segura. En el caso de El Castillo, se ha intentado una aproximación cronológica en base a las superposiciones (Breuil, 1952 [1985]: 360-371), la fauna representada (González Echegaray, 1972) o el estilo (Leroi-Gourhan, 1978). Sobre todo, disponemos, gracias a los muestreos realizados, de una escasa de dataciones de C-14 AMS realizadas directamente sobre los motivos realizados con carbón vegetal (Valladas et alii, 1992; Moure Romanillo et alii, 1996: 307-312). Estas dataciones indican que la fase de ejecución se sitúa entre 10510 ± 100 BP (GifA 95136) y 19140 ± 230 BP (GifA 98154). Las manos en negativo, como ya sabemos, se asignan al Gravetiense. Las dataciones absolutas obtenidas en otros sitios fijan su cronología entre 22340 (Fuente del Salín) y 27740 BP (Cosquer) (Gröenen, 2010). La diferencia de legibilidad de las manos en un mismo lugar confirma un periodo de realización que debe de haber sido largo en El Castillo. Otras técnicas, directas o indirectas, permitirán por último refinar aún más la aproximación cronológica. Los 33 omóplatos grabados excavados por Obermaier en 1911 (Almagro Basch, 1976; Fernandez-Lombera, 2003) se pueden asignar al Magdaleniense Inferior cantábrico (Utrilla Miranda, 1981: 137-153), cuya fecha de 16850 ± 220 BP (OxA 971), obtenida a partir de una punta de azagaya del yacimiento, marcó un hito en la cronología absoluta. Por último, se ha obtenido una fecha anterior a 41000 usando las series de uranio sobre la calcita que recubre un disco morado del Panel de las Manos (Pike et alii, 2012), lo que permite confirmar que la cueva de El Castillo fue decorada durante el Paleolítico Superior. A fecha de hoy, en base a nuestros trabajos, parece que todas las áreas de la cueva estu-

CABALLO

GRABADO EN EL SUELO DE LA ÚLTIMA SALA DE LA CUEVA.

NIVEL DEL LOMO.

SE

UN

PROYECTIL BÍFIDO HA SIDO GRABADO AL

HA DEJADO UNA RAMITA QUEMADA (ARRIBA A LA IZQUIERDA) EN EL LUGAR.

vieron decoradas, incluyendo el suelo y varios lugares de difícil acceso. Nuestro inventario actual contiene 2449 motivos pintados, dibujados, grabados y esculpidos, de los que 1989 son

Motivos, signos e indicios

pinturas y dibujos y 460 son grabados y esculturas. Entre ellos hay 1418 signos, 455 figuras

En contra de lo que pudiera pensarse, la simple identificación de motivos no es suficiente. El

animales, 21 humanos -19 de los cuales son protohistóricos-, dos animales compuestos y un

registro completo de los motivos figurativos y no figurativos es obviamente la primera etapa del

humano compuesto, 85 manos en negativo, 236 zonas coloreadas, 180 series de puntos de

estudio. Sin embargo, es importante para interpretar los resultados obtenidos. Una metodología

color, 36 fisuras y huecos coloreados y 8 zonas manchadas. Estos resultados indican la direc-

de trabajo cuidadosamente evaluada y adaptada a las diferentes categorías documentales debe

ción de la investigación en este área: hoy en día no es suficiente con tener en cuenta los moti-

integrar las características tecnológicas, formales o estilísticas de los motivos en relación con la

vos más espectaculares, como se ha hecho durante mucho tiempo. Siguiendo una práctica que

estructura de la red subterránea. En general, todas las huellas de presencia humana requieren

se impuso por primera vez en arqueología, todo debe ser tenido en cuenta, incluso los motivos

nuestra atención y necesitan un registro lo más completo posible, con el objetivo de acercarse al

más modestos. No hace falta decir que las técnicas de tratamiento de imágenes digitales de

modo de pensar de los seres humanos del Paleolítico (Gröenen, 2007a; 2007b).

alta definición han aportado mucho a estos resultados, en particular en la identificación de las huellas de color más sutiles. 376

Se sabe que los “signos” son el motivo dominante en las cuevas pintadas (58% de los motivos en El Castillo). Por lo tanto, es legítimo darles el primer lugar, incluso aunque no 377

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seamos capaces de identificar lo que se haya figurado. Dentro de esta categoría se agrupan

ocasionales, tienen forma irregular, y la densidad de su pintura es heterogénea. Un análisis

ejemplos tan diversos como pequeños puntos o grandes rectángulos cuyo interior está dividi-

basado en macrofotografías muestra que se trata de marcas de rozamiento o huellas de fro-

do, por lo que no pueden analizarse globalmente. Por conveniencia, hemos subdividido esta

tamiento. Por lo tanto no corresponden a huellas sino a acciones hechas en lugares seleccio-

categoría en trazos sencillos (puntos, bastoncillos, discos...) y en trazos complejos (triángulos,

nados. Lo mismo ocurre en la serie de puntos hechos mediante crachis o en las proyecciones

campaniformes, rectángulos...). Sin embargo, esta sería solamente una proyección de nues-

de materia colorante sobre el techo. También son mucho más simples que huellas estéticas.

tras divisiones mentales. La cuestión es saber si es posible clasificarlos de acuerdo al sentido

Pero, incluso en este caso, no son el resultado de un acto impulsivo o irreflexivo. Se distribu-

que les dieron los grupos paleolíticos o, dicho de otra manera, tratando de determinar la

yen por todas las áreas de la red (corredores, pozos, masas estalagmíticas...), incluso en las

intención que llevó a su realización.

partes más estrechas (rincones, diaclasas, fisuras...), y no se localizan en los lugares donde es

El punto de vista tradicional de los investigadores fue considerar implícitamente que

necesario agarrarse a la pared. Por su número, por la diversidad de pinturas utilizadas y por

todos, los rastros de color o de grabado, eran una manifestación de tipo estético. Es cierto que,

su forma parecen ser el resultado de actos puntuales realizados por numerosos autores, en

con muy pocas excepciones (por ejemplo, reavivados de antorchas), estos motivos elementales

lugar de gestos repetidos por una o dos personas.

pueden considerarse como intencionales. Los puntos, discos o bastoncillos, realizados en luga-

Los trazos complejos, por su parte, están a menudo presentes únicamente en una parte

res profundos o de difícil acceso, son la expresión de la voluntad de los grupos paleolíticos,

determinada de la red de galerías: o sobre un solo panel (por ejemplo, el caso de los “campa-

aunque solo sea porque para representar estos motivos tuvieron que sortear las dificultades

niformes”), o en diferentes lugares. Los rectángulos divididos y los triángulos con ángulos

de una red espeleológica no acondicionada, llevando consigo una iluminación suficiente y el

redondeados están exclusivamente situados en la parte derecha de la cueva, que también era

material adecuado para pintar o grabar. ¿Per responde necesariamente a la voluntad de repre-

la menos accesible antes de las obras de acondicionamiento turístico. Su ubicación responde

sentar un motivo?. Los discos, por limitarnos a este ejemplo, no estaban dispuestos al azar. A

sin lugar a dudas a criterios de selección precisos. Los triángulos, en particular, marcan la

menudo se alinean en las paredes de corredores, como por ejemplo, en el caso de la Galería de

relación entre diferentes espacios, como en el caso de los que separan el Techo de las Manos

los Discos. En esta galería de 75 m de largo se han punteado 172 discos rojos que conforman

de la Galería de las Manos. A pesar de que a veces se hicieron en lugares incómodos, su cui-

el centro de la cueva en su parte más profunda. Todos los discos están en la pared derecha y

dada ejecución refleja la importancia que tenían a los ojos de las gentes del Paleolítico. Los

son claramente visibles, situándose a una altura entre 1,20 m y 2,25 m desde el suelo. Los dis-

rectángulos divididos del Rincón de los Tectiformes, por ejemplo, consisten en puntos rojos

cos se realizaron mediante el soplado de la pintura o puede que usando la pulverización, aun-

yuxtapuestos mediante la técnica del tamponado. Los experimentos realizados han demos-

que algunos fueron reavivados por medio de un color pastoso. Por la regularidad de su distri-

trado que el resultado más aproximado corresponde a una pintura hecha con hematites

bución, parece que la intención era marcar el camino en el espacio. Una interpretación similar

(óxido de hierro) usando como aglutinante tuétano o grasa. Si esto es así, deberíamos admitir

puede aplicarse a las manchas de color violeta realizadas en el suelo. Estas manchas están

que los pintores llevaron consigo a este lugar el material que permitió elaborar la mezcla

situadas sistemáticamente en la entrada de corredores o en salas sin salida, y por tanto pare-

para facilitar su aplicación sobre el soporte parietal. Esta práctica no tiene nada de excepcio-

ce que están marcándolas. Anuncian el límite físico del espacio que el visitante atraviesa, por

nal: son numerosas las cuevas que contienen restos de colorantes (Altamira, Erbérua,

lo que podemos considerarlas como marcadores de “espacios-límite”.

Lascaux…), y en la vecina cueva de La Pasiega A se ha encontrado una “paleta” manchada

Además de estos motivos sencillos, existen innumerables trazos coloreados rojos o negros

de pintura roja. Por lo tanto, se supone que las actividades de preparación de los pigmentos

repartidos por toda la red de la cueva. Aparecen con mayor frecuencia en espeleotemas o en

se llevaron a cabo dentro de la cueva. Sin embargo, estos trabajos necesitaron un despliegue

ciertos lugares de la pared, a menudo relacionados con fisuras o huecos. Estos elementos son

logístico adecuado (iluminación, transporte de materiales...).

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Motivos llenos de significado Al contrario que los signos, las representaciones animales han ocupado predominantemente el centro de atención. La determinación de la especie animal representada, complementada en cada vez mayor medida por la descripción del movimiento o de la actitud, ha atraído la atención de los especialistas (Azéma, 2009; 2010). De manera muy general, los temas figurados en las pinturas rupestres son sorprendentemente diversos. Junto a un bestiario dominado por las figuras de caballos, uros, bisontes, ciervas, ciervos y cabras montés, en ocasiones encontramos animales como el zorro (Altxerri), la comadreja (Réseau Clastres), el búho (Chauvet), el lenguado y la dorada (Altxerri) o el atún (El Pindal). Curiosamente, aunque son únicas, estas representaciones tienen la misma calidad gráfica que las representaciones de los animales más habituales. Esta característica, que quizás no ha sido suficientemente señalada, significa que los pintores y grabadores paleolíticos no aprendieron a reproducir estereotipos gráficos, sino que han sido educados en el arte de la representación por la representación. Por ello, el análisis estilístico permite identificar formas de trabajar específicas que señalan en algunos casos a personalidades distintas (Gröenen y Martens, 2004; id., 2010).

CABALLO-URO

DEL FONDO DEL TECHO DE LAS MANOS.

Estos resultados también exigirán que se relativice el diagnóstico cronológico que suele ser demasiado global cuando se refiere a la decoración de una cueva. De todos modos, esta habilidad para representar a los animales con tanta exactitud parece sugerir una interpretación realista. Pero el animal que identificamos como un bisonte o una cierva, ¿es realmente la representación de un bisonte o de una cierva según el espíritu del pintor o grabador paleolítico? La respuesta no es fácil, y probablemente ha debido variar según el grupo. También debemos recordar la existencia de figuras compuestas. Éstas combinan a menudo partes de criaturas pertenecientes a géneros diferentes. El bestiario de El Castillo incluye, a este respecto, dos representaciones de caballo que presentan atributos o características formales de uros, de los que uno estuvo pintado de amarillo antes volver a ser trazado en rojo (Gröenen, 2007b: 317-318). Curiosamente, el mismo sitio incluye figuras de animales “incluidas”. Sin embargo, una de ellas delinea un uro sobre la que se ha figurado una representación de caballo (Gröenen, 2007). No existe duda sobre la voluntad de integrar dos figuras distintas, ya que los contornos están claramente separados. Además, el estilo y la técnica de los dos animales son idénticos, lo que indica el trabajo de un mismo grabador. Este ejemplo es particularmente importante, ya que parece volver a dar sentido a la asociación 380

FIGURA

ENCAJADA CABALLO-URO DE LA

SALA A.

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PALEOLÍTICO

La imagen-realidad Existen numerosos indicios que permiten pensar que las representaciones son parte de un proyecto simbólico coherente. Un hecho importante en este sentido, es el reavivado de las figuras. Hemos mencionado el caballo-uro amarillo “reactivado” en rojo. Este no es un ejemplo único, ya que se observa también en otras figuras de este espacio (Techo de las Manos), así como en representaciones situadas en otras partes de la cavidad. Estas representaciones repintadas han recibido poca atención hasta ahora, aunque es cierto que a menudo no son visibles sin un análisis en profundidad. Un caballo rojo del Panel de los Polícromos, identificado por H. Breuil (Alcalde del Río, Breuil y Sierra, 1912: 135, fig. 121), ha resultado estar perforado por proyectiles violetas, tal y como observó J. M. Ceballos. Nuestro re-estudio ha permitido mostrar que ha sido realizado en varias fases. En primer lugar fue trazado en violeta, después el animal fue perforado con proyectiles, antes de ser completamente repintado en rojo.

HOMBRE-BISONTE

DE LA

SALA B.

estrecha entre estos dos animales, propuesta hace tiempo por A. Leroi-Gourhan (1965). Finalmente, entre estas figuras compuestas existen también representaciones antropozoomorfas como el hombre-bisonte pintado y grabado sobre el relieve de una gran estalagmita de la Sala B (Ripoll, 1971-1972; Gröenen, 2000). El caballo-uro y el hombre-bisonte son representaciones esenciales para nuestra comprensión del universo simbólico de los hombres del Paleolítico Superior. En la medida en la que se han encontrado motivos idénticos en distintos sitios decorados del suroeste de Francia y de la Cornisa Cantábrica, éstos parecen constituir verdaderos temas iconográficos que probablemente se refieren a seres míticos (Gröenen, 2004). Estos resultados muestran, en cualquier caso, que todas las representaciones no pueden ser interpretadas como meras copias de la realidad natural. 382

GRAN

CABALLO Y RECTÁNGULO DIVIDIDO DEL

PANEL

DE LOS

POLÍCROMOS. LOS

PROYECTILES BÍFIDOS VIOLETAS

PASAN BAJO LA LÍNEA ROJA DEL ANIMAL.

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GRAN LAS

CABALLO DEL

PANEL

DE LOS

POLÍCROMOS (DETALLE

DEL VIENTRE).

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BISONTE

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GRABADO CON HUELLAS DE PERCUSIÓN DE

PALEOLÍTICO

CRUCE.

FLECHAS INDICAN LA PRESENCIA DE COLOR VIOLETA DEBAJO DEL COLOR ROJO.

Resulta también interesante integrar las características del lugar donde esta figura ha sido

físicas. Un bisonte grabado en una colada estalagmítica del Cruce presenta muchos impactos

realizada. Par poder realizarla, el pintor debió escalar una empinada cascada estalagmítica,

realizados con un instrumento apuntado. Del mismo modo, en lo más profundo de la cueva,

de alrededor de 3 m de altura. La superficie es incómoda y sólo puede sostener a una persona

existen dos caballos grabados profundamente en el suelo. Uno de ellos muestra impactos rea-

y con dificultad. Además, la luz, procedente de en la parte inferior de la cascada, no sería sufi-

lizados con un instrumento cuya punta era un triedro. El otro no solo está peligrosamente

ciente para iluminar el “campo de operaciones”, por lo que tuvieron que instalar al menos un

amenazado por un proyectil bífido grabado, sino que su cuello está “cortado” por trazos rea-

sistema de iluminación que hiciese posible el trabajo. Esta representación es la más grande

lizados con los dedos (ver fig. en pág. 377).

de la cueva (1,88 de largo) y debieron existir importantes razones para su ejecución. Sin

Esta práctica es, de hecho, ampliamente utilizada en el arte parietal (la “leona” amarilla

embargo, el animal se coloca en una diaclasa en cul-de-sac, es decir, en un espacio que no con-

de Trois-Frères, los mamuts con golpes de Rouffignac, los renos borrados de Chauvet...), y

duce a ninguna parte.

también en el mobiliar, donde se debe recordar que las roturas intencionales de las plaquetas

Si las reactivaciones del trazado son frecuentes, ciertas marcas que podrían corresponder

grabadas (Limeuil, La Madeleine, Enlène…), son ejecutadas en puntos sensibles para el ani-

a heridas inflingidas al animal también se observan en muchas de las representaciones zoo-

mal (cabeza, cuello, pecho, patas). Esta práctica está, pues, codificada socio-culturalmente, ya

morfas pintadas y grabadas. La figura del hombre-bisonte en el pilar estalagmítico de la Sala

que cubre una extensa área geográfica. Pero además indica la intención deliberada de perju-

B, por ejemplo, está marcada con dos puntos rojos en el hombro. Tales marcas pudieron ser

dicar la integridad del animal representado. Por lo tanto, no puede considerarse que la volun-

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PALEOLÍTICO

tad de representar sea el único objetivo de estas pinturas o grabados. Al igual de lo que se

puede hacer una observación similar para los rectángulos divididos distribuidos entre la

conoce de las estatuas del faraón del antiguo Egipto donde se han eliminado los atributos y

Entrada gravetiense y la Sala B, y que podrían estar atribuidos a una fase antigua del

el potencial vital al romper la barba, el ureus y la nariz; o las efigies africanas hechizadas

Magdaleniense si se acepta la relación cronológica con uno de los ejemplares de Altamira

por medio de clavos en la cara o en el cuerpo, algunas imágenes paleolíticas parecen haber

datado en 15440 ± 200 (GifA 91185). Esta desigual distribución no es azarosa sino que refleja

estado consideradas como el soporte físico de un principio vital que, debía ser reactivado, eli-

la existencia en la cavidad de zonas que eran preferidas en determinados momentos por los

minado o destruido.

grupos. Del mismo modo, las ciervas estriadas del Magdaleniense Inferior Cantábrico se concentran en una parte específica de la red kárstica (Sala A, Divertículo).

Espacio espeleológico y espacio simbólico

Esta distribución desigual resulta interesante. Debemos recordar que los distintos secto-

El hecho ha sido observado tantas veces que apenas es necesario volver sobre él: algunas

res de la cueva fueron igualmente accesibles durante todo el Paleolítico Superior, por lo que,

paredes, aún siendo propicias para la decoración, no están decoradas; otras, por el contrario

deberíamos admitir que los distintos lugares no ofrecían el mismo interés para los sucesivos

pueden estar sobrecargadas de motivos artísticos. En algunas casos, lo hemos visto, el pintor

ocupantes del sitio. Podemos afirmar que el espacio físico y simbólico no coinciden en la

o grabador lo ha tenido muy difícil para plasmar sus representaciones. ¿Es posible entender

mente de los paleolíticos. Por último, en la medida en que se supone que ciertas categorías

la lógica que ha conducido a la distribución de los motivos representados?

de motivos pertenecen a una fase cronológica determinada, se debe pensar que cada uno de

El estudio de la distribución de las representaciones, puede, en primer lugar, ayudar a entender mejor cómo se organizó la decoración. Los trazos simples, por ejemplo, se encuen-

los grupos elegirían su espacio predilecto. Una vez más, una visión demasiado globalizadora de la disposición parietal no puede dar cuenta de la complejidad de una cueva decorada.

tran en todas las áreas de la cueva y muestran que los hombres del Paleolítico Superior tení-

Este valor asignado a sitios determinados se impone del mismo modo para el estudio de

an un notable conocimiento de la red kárstica, incluidos sus rincones más pequeños. Sin

una categoría diferente del documente: los depósitos arqueológicos El análisis de los fragmen-

embargo, todas las zonas de la cueva no tenían la misma importancia para ellos y ciertos

tos óseos hincados en las grietas aporta una luz interesante sobre la cuestión los caminos uti-

lugares les atraían más. El famoso Techo de las Manos aparece como una zona central, ya que

lizados. De manera general, la localización de los objetos varía enormemente. En la parte

muchos tipos de motivos (discos, manos negativas, puntos, representaciones animales amari-

anterior de la red kárstica (Sala A, Divérticulo) se han hallado huesos hincados en grietas

llas y rojas, figuras grabadas) (el 12,82% de las unidades gráficas de la cavidad). Otras áreas

estrechas -a veces en pendiente-, escondidos en nichos, depositados en el fondo de agujeros en

estaban decoradas también, pero de manera menos densa en relación a las dimensiones del

el suelo o colocados en el borde de masas estalagmíticas. Algunos incluso se han colocado de

espacio, como es el caso de la Galería de los Discos (15,52 %) y la Sala (14,74 %) (Gröenen et

manera que no sólo resultan invisibles desde el espacio central, sino prácticamente inalcan-

alii, 2012). Además, hay zonas donde la decoración es casi inexistente (Parte-Baja, Sala C,

zables. Existe, por lo tanto, una voluntad de discreción, por lo que no pueden interpretarse

Sala D,Subsuelo). La cuidadosa reconstrucción de la morfología del espacio tal y como existía

como marcas para balizar el espacio. Sin embargo, el análisis topográfico muestra que estos

antes de los trabajos modernos de acondicionamiento de la cueva permite mostrar que estas

depósitos no se distribuyen de manera aleatoria. Se sitúan claramente en el perímetro de la

áreas funcionaban como lugares de tránsito destinados a enlazar las principales zonas deco-

entrada de nichos sin salida (“en cul-de-sac”). Por lo tanto, hay que pensar que estos espacios

radas.

deben estar investidos de algún significado especial. Teniendo en cuenta que el objetivo no es

Los propios motivos están distribuidos de manera desigual. Las manos en negativo, rela-

atraer la atención, el objeto colocado no está destinado a destacar el espacio, sino más bien a

cionadas con el Gravetiense, están ubicadas en el lado derecho de la cueva, desde el Panel de

referirse o a consagrarlo mediante un acto de ofrenda. Esta constatación confirma la impor-

los Polícromos a la Galería de los Discos, con predominio (59%) en el Techo de las Manos. Se

tancia de los lugares a los que los paleolíticos otorgaban un significado especial.

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BUSCA DE LA MIRADA DEL

PALEOLÍTICO

El espacio dinámico Para llegar a las diferentes zonas de la red kárstica, es necesario recorrerlas. La pregunta es, por lo tanto, saber si el hecho de caminar por la cueva era importante para la gente del Paleolítico o si solo contaba el lugar donde se situaba la decoración. Ya hemos visto que algunos lugares pueden ser considerados como zonas de tránsito. También sabemos que los signos, como los discos o las series de puntos distribuidos a lo largo de las galerías, pueden considerarse como balizas para guiar al visitante en su recorrido. Por último, se debe indicar que las vías de acceso en algunos casos han sido acondicionadas para permitir o facilitar el paso. Una rampa entre dos salas (C y D) conduce a un pequeño saliente calizo, colgado a unos 5 m de altura (el Balcón de las Cabras)donde se representaron nueve animales negros, enteros o parciales, así como trazos simples rojos y negros (40 unidades gráficas en total). Inicialmente, este acceso era impracticable debido a las numerosas concreciones del suelo. Sin embargo, se rompieron la mayoría de ellas y se extrajeron los escombros con el fin de liberar el pasaje. Por supuesto, la cuestión de saber si el recorrido era importante no se ha resuelto aún. La zona de tránsito pudo haberse acondicionado para que los pintores y grabadores pudiesen llegar al lugar donde debían trabajar. Por lo tanto, son otro tipo de testimonios los que apor-

“DEPÓSITO” MÚLTIPLE

DE

SUBSUELO.

tan una respuesta. Durante nuestras investigaciones, se ha evidenciado que numerosos vestigios arqueológicos de presencia humana habían sido completamente ignorados, tales como

de hueso que indican acciones individuales, y que han sido discutidos anteriormente, existen

las huellas de pies y manos de niños impresos en la arcilla del suelo, los depósitos de objetos

otros depósitos situados en el suelo que responden a una lógica diferente. Consisten en acu-

(láminas, dientes, espeleotemas, fragmentos de hueso...) y los restos de algún tipo de acción

mulaciones de naturaleza diversa colocada en rincones o pequeños nichos, lejos de la zona de

(restos de arcilla, fragmentos de estalagmitas o estalagmitas rotas) (Gröenen et alii, 2012 y

tránsito. Sin embargo, contrariamente a lo que hemos observado en las esquirlas de hueso, lo

en prensa). Los “depósitos” de objetos, en particular, han sido observados en numerosas cue-

más común es que sean visibles en su espacio cerrado. La parte más profunda de la cueva

vas decoradas de España y Francia (Clottes, 2007), y constituyen una valiosa evidencia en

tiene varios depósitos de este tipo. Uno de ellos se encuentra en un pequeño nicho sobre-ele-

favor del uso de los espacios subterráneos para fines distintos a aquellos relacionados con

vado en la parte anterior del Subsuelo. Fragmentos óseos, pequeños espeleotemas y dientes

una intención estética. Integrada sistemáticamente en las investigaciones hechas en las

de animales de diferentes edades, (de leche, deciduales, definitivos) fueron colocados en una

cavernas del Volp en Ariège, Francia (Bégouën y Clottes, 1980), esta práctica parece haber

cubeta natural. Este depósito tiene la peculiaridad de que los objetos fueron depositando

sido generalizada en el Paleolítico Superior: las acciones realizadas son idénticas y los luga-

sucesivamente, como se observa por su posición en relación con el nivel de calcita. Se trata,

res donde los restos son clavados o depositados presentan un morfología similar. Por tanto,

por tanto, de aportes repetidos en los mismos lugares aunque en momentos diferentes. Estos

deberíamos ver en ello una práctica socio-culturalmente codificada.

hechos sugieren la existencia en la mente de los usuarios paleolíticos de la cueva, de una

En El Castillo, todas las categorías de objetos están representadas (espeleotemas, huesos, dientes, láminas, núcleos...) (Gröenen, en prensa). Además de los depósitos de fragmentos 388

representación –una especie de mapa mental– de la estructura física de la red kárstica, que les permitiría seguir una ruta para depositar un objeto en un lugar determinado. 389

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Algunas secciones de pilares estalagmíticos están incrustadas dentro de planchas de calcita en las conexiones entre distintas zonas de la cueva. Tal ubicación sugiere que estos espeleotemas daban indicaciones sobre el camino a seguir a los visitantes prehistóricos en la cavidad. En algunos casos, estas secciones de pilares estalagmíticos destacan tanto, que el lugar elegido para depositarla debió ser objeto de una cuidadosa evaluación. En la entrada de la zona más profunda de la cueva se colocaron dos secciones en equilibrio en la parte superior de un pilar estalagmítico que se se eleva varios metros por encima del suelo. Su situación topográfica es particularmente llamativa. De hecho, articulan dos partes geológicamente diferentes de la red kárstica y tienen el interés de ser visibles a la vez desde la Sala final, situada más arriba y desde el Subsuelo, situado más abajo. Ni que decir tiene que esta ubicación estratégica y difícil de lograr solo podría responder a un propósito específico. Si este es el caso, podemos asumir que la cueva decorada debió ser considerada como un espacio arquitectónico en el que ciertas zonas tuvieron un significado especial. Las acciones codificadas socio-culturalmente que se han llevado a cabo, parecen concentrarse en la interfaz entre el espacio físico la pared rocosa (grietas, nichos en la pared, diaclasas...). Este enfoque podría sin duda iniciar una manera original de contemplar cuevas decoradas del Paleolítico.

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