San Francisco, el miedo y el lobo Era noche profunda ... - Pan y Rosas

174 downloads 1052 Views 648KB Size Report
lobo. Pronto le divisó entre las sombras del bosque. El lobo se acercó furioso a atacarle, pero San Francisco le dijo: -Hermano lobo, ¿por qué haces daño?
San Francisco, el miedo y el lobo Fernando Vidal, 2005 (Cuento a mis hijos cuando comenzaron los primeros miedos nocturnos)

Era noche profunda cuando un hijo llamó a su padre. El niño tenia miedo. El padre le dijo. Dentro de cada uno de nosotros hay un lugar donde habitan temores. No tienen malas intenciones pero dan miedo. No lo saben, pero dan miedo. Hay que mirarles, compadecerles y calmarlos Para que recuperen la paz. Te voy a contar la historia del San Francisco y el lobo. San Francisco supo pacificar los miedos de toda una ciudad. La ciudad de Gubbio, en Italia, estaba aterrorizada por un lobo. Sus habitantes sólo salían como si fuesen a la guerra. Así se encontró Francisco de Asís la ciudad cuando llegó a ella como peregrino. El lobo sitiaba la ciudad, asolaba los rebaños, atacaba a niños, mujeres y ancianos. La gente estaba aterrorizaba y cuando vieron a San Francisco le pidieron que hiciera algo. San Francisco salió de la ciudad sin nada mientras la gente lloraba por él y le gritaba que volviera. Se adentró en el bosque. San Francisco, que tenía el don de hablar con los animales, preguntó a éstos dónde moraba el lobo. Pronto le divisó entre las sombras del bosque. El lobo se acercó furioso a atacarle, pero San Francisco le dijo: -Hermano lobo, ¿por qué haces daño? ¿Por qué sufres tanto? El lobo se quedó mirándole asustado porque entendía lo que ese hombre decía y eran palabras de paz. -Hermano lobo, ¿cuál es el sufrimiento que te lleva a hacer tanto mal? El lobo le contó que los hombres habían puesto trampas a su manada, cazaron a su mujer y la expusieron a las puertas de la ciudad. -Los hombres no tienen corazón. -Hermano lobo: has causado mucho sufrimiento a la gente, la gente vive en el miedo y tú sufres cada vez más. El lobo se abrazó a San Francisco y se echó a llorar.

-Hermano lobo, ven conmigo a la ciudad: pedirás perdón a los hombres y ellos te pedirán perdón a ti. Y el lobo fue a la ciudad de Gubbio. Cuando San Francisco llegó con él, la gente huyó y se encerró en sus casas. San Francisco se puso en medio de la plaza y predicó a todos: Ciudadanos de Gubbio, a este lobo le matasteis a su mujer, enloqueció y no sabe cómo perdonaros y pedir perdón. Pero en nombre de Jesús, os ofrezco la reconciliación. El lobo nunca más cazará, vosotros le alimentaréis, y le cuidaréis como ya no puede hacerlo su mujer. Y tú lobo, protegerás la ciudad contra animales y ladrones y cuidarás los caminos de los bosques para que nadie haga nunca daño a nadie de la ciudad. Y así el lobo vivió muchos años en Gubbio y protegió la ciudad salvando muchas vidas. Y los ciudadanos nunca volvieron a destruir los animales y sus bosques. San Francisco de Asís se despidió de los ciudadanos de Gubbio y con gran cariño del hermano lobo. Se fue por la puerta diciendo: Hermanos, en nombre de Jesús, paz y bien. El niño preguntó a su padre: ¿Y ya no tuvieron miedo al lobo? El padre contestó: Tuvieron miedo y mucho, pero acariciaban al lobo, le daban de cariño, de comer y el lobo recuperaba la paz. Cuando el padre se fue, cerró los ojos y a lo lejos escuchó un aullido de lobo, pero recordó a San Francisco de Asís y le dijo a su temor: tranquilo, cálmate, paz y bien. FIN