17 Jun 2005 ... Un buen estudio sobre Flavio es el de. L.H. Feldman.1. Se conservan cuatro
obras de Josefo: «La guerra de los judíos», escrita entre los.
La Palabra Israelita
La Iglesia católica exalta las obras históricas del escritor romano-judío porque es el único que menciona a un profeta semejante a Jesús. Josefo escribe en griego (idioma que usaban los romanos cultos) y se inspira en Sófocles y Tucídides. Sin embargo, escribió «La guerra de los judíos» en su lengua materna, el arameo; pero en ese idioma los libros desaparecieron; sí existen los textos en griego. Josefo no conoció el hebreo y el árabe. Por eso es notoria la magnitud del esfuerzo suyo para ser historiador judío. Un buen estudio sobre Flavio es el de L.H. Feldman.1 Se conservan cuatro obras de Josefo: «La guerra de los judíos», escrita entre los años 75 al 79; las «Antigüedades»; la «Autobiografía» (93 - 94), y «Contra Apión» (año 100 era común). Flavio Josefo primero fue un revolucionario judío en la Galilea y después se «chaqueteó» y se pasó al bando de los romanos. Fue testigo de la diversidad judía que se tradujo en muchas sectas y la división de los sitiados en Jerusalén. En su obra postrera «Contra Apión» en el año cien, por el contrario, habla del judaísmo como si estuviera muy unido, como si poseyera una constitución, una «politeia» modelo. Es el eco de la restauración farisea y rabínica, después del gran desastre. En su autobiografía es un amigo del orden y de los romanos. «Contra Apión» es el libro contemporáneo de la Yeshivá de Yavneh y la fijación de la Biblia judía. Josefo escribe:2 «Escribir la historia no es algo que dependa de la libre iniciativa de cada uno»... «Es pues natural y necesario que no exista entre nosotros una multitud de libros en contradicción». La seguridad que la Biblia da a Josefo sólo es válida para un pasado remoto. Para él hay un antes, que sería el reino de la exactitud, y un después, en que cualquiera se permite creerse historiador y, lo peor, ser un rival de Josefo. Éste no creía mucho en Isaías; su profeta preferido era Jeremías, el profeta de la derrota y la capitulación. Josefo no logra convencer a sus contemporáneos que entreguen a Jerusalén. El presente terrible que Josefo ha vivido y relatado, la insurrección del año 66 de la era común y la derrota final de Massada, todo ese movimiento colosal fue provocado por el gran choque de dos culturas: la griega y la judía. Se habla de los «seudo profetas», pero esto es una idea helénica, la de los «falsos adivinadores». Seudo profeta es aquel que dice cosas falsas, el que anuncia la paz cuando, al revés, estalla la guerra. En Josefo esta evolución es un hecho adquirido y aplicado al pasado más remoto: el profeta de Bet-El, un hombre de Ds en la época de
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VIERNES 17 DE JUNIO DE 2005
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Flavio Josefo y Massada POR
Jeroboam, que se apartó de sus deberes, es un falso profeta. Josefo, creo yo, conservó la religión pero perdió la raza. Era un soñador. En ese carácter se presenta ante Vespasiano después de haber sido apresado al término del sitio de Iotapata. «Soñé que Ds me hizo saber las muertes que padecerían los judíos y algunos romanos». Como sabía tan bien los libros de los profetas, pues era sacerdote y secretamente rezaba: «Te pareció a Ti, criado de todas las cosas, echar a tierra el Estado de los judíos, pasándose la fortuna del todo a los romanos y me has elegido a mí para que diga lo que ha de acontecer y quiero vivir delante de ellos (los judíos) no como traidor sino como ministro de Ds». Ningún oráculo es ambiguo. Se lo proclaman así a posteriori. La ambigüedad está tomada de la tradición griega y los oráculos de Heródoto. Estos ayudan a Josefo a enfrentar el peligro principal que amenazaba al pueblo judío: la irrupción del mesianismo, la idea apocalíptica según la cual de lo peor podía salir lo mejor; de la Jerusalén en llamas, la instauración del Reino de Ds. Contra este peligro capital, Josefo se hace aliado de altos dirigentes judíos y el conquistador romano. F. Lucrezi ha llamado a este asunto «il capovolgimiento del messianismo»; es decir, el reemplazo de la realeza caliente por la fría. Josefo le dice a Vespasiano: «¡Tú serás César!». Cuando esto sucedió, su fama creció enormemente. El texto de Daniel, del 164 a.e.c., era el primer apocalipsis judío; es decir, expresa la «visión de los vencidos y la esperanza de revancha de la nación humillada». A Daniel también lo llamaban Baltasar; es decir, el que protege la vida del Rey. Es célebre su visión de «hijo de hombre». Flavio Josefo no sólo predice una Roma eterna sino que reinterpreta a Daniel, haciéndole decir que Roma vencerá a los judíos y cómo tomarían Jerusalén y convertirían el Templo en un desierto («Antigüedades», págs. 276-277). Otro grave error de Josefo es cuando escribe sobre Massada; parece ser un comunicado del Estado Mayor del ejército romano. Lejos de reconocer el heroísmo de los judíos de Massada, sostiene que es el castigo de Ds a la nación judía. Confirma que Ds, el único judío de esta historia siniestra, ha decretado la aniquilación de los suyos. «Esto tiene Ds, de tiempo muy antiguo, según lo que parece, muy determinado centró todo el linaje de los judíos que muriésemos y fuésemos privados de la vida». (La
BENY PILOWSKY
Guerra de los judíos, tomo II, pág. 240). Los traductores cristianos llegan hasta aquí, porque para ellos, teológicamente, Ds abandonó a su pueblo después de la muerte de Cristo. Esta perspectiva es ajena a Josefo, quien prosigue, después de Massada, que no es el fin de la historia judía, porque el pueblo judío sigue vivo. Josefo comenta: «Causa de la muerte de muchos judíos en el incendio del Templo, fue un falso profeta, el cual había predicado el mismo día, en la ciudad, que Ds les mandaba a subir al templo para su salud y salvación. El Talmud ignora por completo el episodio de Massada.3 Se atribuyó este hecho al apoliticismo profundo de Yohanán ben Zakai. El episodio más parecido a Massada es el de un grupo de mejicanos que, desde 1926 a 1929, se llamaron los Cristeros. En esos años el Gobierno de Méjico, en su afán laico y autoritario, representaba un intento de un Estado moderno impuesto sobre gente que no quería la modernidad. En 1926 se suspendió el culto católico. Millares de Cristeros se sublevaron contra «el rey Herodes» bajo la divisa «Ds es el gobierno supremo de todo». Es parecido al lema de los sectarios judíos, quienes rechazaban el censo, se negaban a usar la moneda porque llevaba la efigie del César, cuyos adherentes murieron en Massada. Durante la época rabínica, Massada se hundió en el olvido. Los Cristeros tuvieron un destino similar. En 1929, los obispos y el gobierno reanudaron el diálogo y se autorizó el culto cristiano. Durante siglos Massada fue apenas un texto que era leído por no judíos, como el castigo a los «asesinos de Cristo». Por ejem-
plo, en la Ginebra de Calvino, Flavio Josefo formaba parte de las lecturas dominicales. El Massada de Josefo sólo fue encontrado en 1838 por los viajeros norteamericanos Robertson y Smith. El movimiento sionista lo hizo suyo mucho después. El punto de partida del mito moderno de Massada es el poema en hebreo de Isaac Lamdan. Allí aparece la célebre divisa: «Massada no volverá a caer». Las tragedias hitlerianas contribuyeron a la resurrección del nombre de Massada, especialmente por la insurrección de los ghettos de Varsovia y Vilna. Massada se ha convertido en un lugar de peregrinación. Hay un debate sobre que la arqueología israelí es muy nacionalista. No puedo dejar de mencionar al general en jefe del Tzahal, Igal Yadin, pionero de la arqueología de Massada, que falleció en 1984, después de haber sido Viceprimer Ministro. Finalizo mencionando que Flavio Josefo, en su libro cuarto de «La Guerra de los judíos», describe también el sitio y la suerte de la ciudad de Gamala (o Gamla) en el Golán. «Vespasiano la sitió y fracasó en su primer intento. Después la ciudad cayó y Josefo relata que los muertos por armas romanas fueron cuatro mil, y cinco mil judíos se lanzaron y murieron por la caída de la cima hasta el suelo». Bibliografía «Los judíos, la memoria y el presente», del autor Pierre Vidal-Naquet. 1 2 3
Josephus and modern scholarships, Berlín, 1984. Redundancia de propósito. L.H. Feldman, pp. 769-772: «El silencio del Talmud».
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